Por: Julian Quintana
Carrillo fue implacable con sus enemigos y opositores, pero indulgente con sus amigos
Muchos anuncios, pero pocos fueron los resultados del exprocurador Fernando Carrillo con respecto a su gestión contra la corrupción. Mintió cuando le aseguró al país, que dejó uno de los mejores legados en la historia de la entidad, esta farsa queda al descubierto con tan solo mirar los numerosos casos que no resolvió y en otros donde no hizo absolutamente nada.
En la investigación por las coimas de Odebrecht, a pesar de los abundantes elementos probatorios, nunca abordó con profundidad la responsabilidad de todos los implicados que participaron en este entramado, es inaudito que en el escándalo más grave de corrupción de nuestro país, la impunidad haya triunfado, limitándose el exprocurador en su momento a poner pañitos de agua tibia con insignificantes sanciones. Tampoco se entiende cómo las exministras Gina Parodi y Cecilia Álvarez, que desde el año 2018 fueron llamadas a juicio, por su posible responsabilidad en el conflicto de intereses con la Ruta del Sol II, y las irregularidades en el plan para recuperar la nagavilidad en el río Magdalena, y después de dos años no se ha adoptado ninguna decisión de fondo.
Así mismo, no investigó el destino de los recursos de la paz, ante las graves denuncias de su apropiación ilegal, y los cuantiosos e innecesarios contratos que suscribió y ejecutó la JEP. Como también se negó a suspender del cargo de congresista al narcotraficante y terrorista “Jesus Santrich”, asumiendo su férrea defensa ante los órganos de justicia, a pesar de los evidentes abusos del proceso de paz, indulgencias que permitieron que este delincuente evadiera la justicia. Como si fuera poco, con relación al proceso de paz, dejó a un lado la protección de los derechos de las víctimas, y prefirió la salvaguardia a ultranza de los victimarios, olvidando que él era el procurador de los colombianos.
Y qué decir del caso del cuestionado Gobernador Carlos Caicedo, que tras haber sido inhabilitado por 12 años para ejercer cargos públicos, por las presuntas irregularidades en la contratación de los pozos de agua para Santa Marta, el procurador le anuló sorpresivamente la sanción en segunda instancia y vergonzosamente después decretó la prescripción del acción disciplinaria, quedando este grave hecho en la impunidad. Y es que ninguna de las graves investigaciones en contra de Caicedo prosperaron en su administración. La relación con Caicedo se limitó a un cariñoso abrazo que registraron los medios locales de comunicación, quienes en su momento hablaron de la profunda amistad entre el gobernador del Magdalena y Carrillo.
Para completar una lamentable gestión, el exprocurador se destacó por intervenir en asuntos que no le correspondían, recordemos que recientemente acusó desde su cuenta Twitter al presidente de los Estados Unidos Donald Trump de querer perpetrarse ilegalmente en el poder, y de promover actos de violencia, declaraciones que van en contravía de la Ley, teniendo en cuenta que los funcionarios públicos no pueden intervenir en asuntos de otros Estados, función que constitucionalmente está reservada al Presidente de la República.
Son muchos más los casos que quedaron en la impunidad, y mencionarlos desbordarían estas líneas, pero no se puede pasar por alto, la grave denuncia que hizo de sus propios funcionarios, donde sostuvo que, al interior de la entidad se identificó un cartel de procuradores que amañaban los fallos, pero no es admisible que justo faltándole un día para entregar la procuraduría, haya hecho tan bochornosa y escalofriante revelación, seguramente esta tiene un calculo político, y es posiblemente achacarle los errores de su administración a un cartel del cual no se sabe mucho, pues sin duda alguna, la nueva procuradora Margarita Cabello pondrá la lupa en todos estos casos, esperemos que Carrillo no haga las de Poncio Pilatos.
Pareciera entonces que la Procuraduría fue una plataforma de persecución política, donde Carrillo desde su cómodo escritorio, fue contundente con sus opositores y enemigos políticos, pero benevolente e indulgente con sus amigos y aliados, buscando posiblemente el beneplácito de maquinarias electorales para impulsar su eventual aspiración presidencial. Y es que en muchos escenarios Carrillo se comportó, no como un protector de la Constitución, sino como un politiquero con aspiraciones electorales, actitud que sin duda alguna le hizo mucho daño a la Procuraduría.
En suma, el paso de carrillo por la procuraduría nos deja una institución politizada y deslegitimada. Recuperar la confianza y la majestad de una entidad tan importante para nuestra democracia, será el gran reto de la recién posesionada procuradora Margarita Cabello, a quien sin duda, le sobran atributos para superar este pobre legado, en lo personal le auguro muchos éxitos por el bien del país.