Por: Jazmín Balaguer
La entrada en la escena política de Alejandro Gaviria hacia la presidencia de la Republica, evidencia los nuevos fenómenos electorales por los que atraviesa el país. Donde ser un candidato que no sea o no parezca del establecimiento, joven o de mediana edad, proveniente de sectores diferentes, como el privado o académico, marcan una ventaja sobre políticos veteranos que a través de los años se han vuelto parte del paisaje, perdiendo atracción. La velocidad y los niveles de información que rodea a las sociedades modernas, hace que en nuestro país particularmente, también haya impactado la política, ahora se espera novedad y sorpresa.
Gaviria goza además de una gran credibilidad, por su conocimiento calificado y probado, así como un evidente éxito profesional, lo que lo separa aun más de los políticos tradicionales, y se ajusta, a las necesidades actuales del país, que enfrenta grandes desafíos pospandemia, como una crisis económica y social.
Sin embargo, es necesario contar con un fuerte liderazgo, que se transmita en cada una de sus intervenciones. Pero Gaviria, al ser un hombre con una fuerte introspección y reflexión interna, no logra comunicar esa fuerza, y eso es mucho más importante que el mensaje mismo, y en esto último, es donde el ex Rector de los Andes, es bueno. Donald Trump por ejemplo, tenia un pésimo mensaje, muchas veces lleno de imprecisiones, pero el conjunto de su expresión no verbal, gestual e histriónica, lo convertían en magnetismo puro para movilizar electorado. Trasmitir y generar emociones es lo que hace ganar elecciones, no la profundidad o veracidad de las propuestas, lamentablemente.
Además, este es un país que tiene serios problemas de criminalidad, que le ha tocado aprender a convivir con ella, por eso en su psicología colectiva, lo mínimo que espera de su principal líder, es que tenga características de un guerrero que enfrente esa situación, al tiempo que genere esperanza y sensación de protección. Provocar eso con un discurso sesudo, movimientos lentos y una imagen calma, aceptable para un aula de clase, es muy difícil. Gaviria no tiene la potencia en su expresión corporal y tono, que se requiere para lograr transmitirlo. Ya es algo de personalidad.
Es muy probable también, que le cueste emplear un lenguaje más accesible. Es muy normal cuando èl habla, por su erudición, emplear palabras que sólo entiende quien ha leído mucho, cuando en Colombia, según la Cámara Colombiana del Libro, se lee menos de 3 libros al año, menos de la mitad del promedio de América Latina. El discurso, si bien no es lo principal en campaña, si no es sencillo como contundente, termina por hacer sentir al candidato, como alguien lejano y diferente.
Singularidades, que durante estos casi 8 meses que faltan para las elecciones, no le ayudaran a contrarrestar el poco reconocimiento que tiene en las regiones, también, porque nunca ha estado en una contienda electoral.
Otros candidatos con perfiles similares, como Juan Carlos Echeverry o Sergio Fajardo, tienen algunos de esos atributos políticos que le faltan a Gaviria. Echeverry, de centro derecha, tiene más carisma. Fajardo por su parte, no solo trasmite emociones, tiene experiencia recorriendo el país y acercándose a las comunidades en los territorios, por lo que tiene más recordación, reforzada por la exposición mediática de sus diferentes elecciones populares. Por lo que si ellos 3 fueran los únicos candidatos, y no se requiriera apoyos políticos, es muy probable que ganará Fajardo. Pero si se requieren, y para Gaviria abundan. Su candidatura supo generar tal nivel de expectativa, que se volvió un triunfo mediático, que hoy tiene a diferentes partidos y coaliciones detrás suyo. Y eso, le dio una enorme ventaja no solo sobre Echeverry y Fajardo.
Gaviria debe enfrentar también, a otros candidatos con otro tipo de ventajas. Entre los más fuertes están Oscar Iván Zuluaga, quien también es un exitoso economista, con experiencia electoral y reconocimiento nacional, además, de transmitir fortaleza y determinación, necesario para ser visto como líder y protector. Aunque su gran desventaja, es su falta de carisma, de generar sentimientos, y una cosa sin la otra, no da buen pronostico. Sin contar, que su candidatura ya no es novedad. Tampoco esta definido cual será el candidato definitivo del Centro Democrático, aunque otras precandidaturas se le han adherido, no así, la de María Fernanda Cabal y Paloma Valencia, con quienes seguramente deberá enfrentarse para ganar ese lugar.
El eterno candidato Gustavo Petro, es un muy buen candidato per se: reconocimiento nacional, amplia experiencia electoral, ímpeto en el discurso, en el tono, en la actitud corporal, en generar emociones, ser aguerrido… No obstante, se le atraviesa en su camino, que este es un país principalmente conservador que le cobra una y otra vez su pasado guerrillero, sumado a su mala administración como Alcalde, que pone en serias dudas la aplicación de su conocimiento; junto a la falta de apoyos políticos, que lo rechazan públicamente; recientemente también, ser considerado por los colombianos, como uno de los principales responsables de las nefastas consecuencias del paro nacional, de acuerdo a encuestas realizadas; el desgaste por el fracaso de sus candidaturas presidenciales; así como por los escándalos de su principal escudero, Gustavo Bolívar. Lo podría rescatar, ser admitido en la consulta de la Coalición de la Esperanza, hoy frágil por esta misma discusión en el partido Alianza Verde. También le hubiera ayudado, la compañía de Alejandro Gaviria, lo cual fue descartado. Este contexto hace, que sus probabilidades de elección sean menores que las que tenia en 2018. Situación, que seguramente debe general tal nivel de desesperación al senador, que lo ha llevado ser mas errático y sectario en sus salidas públicas.
Gaviria aterrizò fuertemente en esta carrera presidencial, aunque tiene graves falencias para ser un candidato que pueda movilizar electorado suficiente, en el momento decisivo. Por lo que sus opciones se elevarían, si su formula vicepresidencial le da esa fuerza y chispa que a èl le falta. Es muy urgente para su campaña, ese contraste, que no se lo daría Juanita Goebertus, ni nadie de la centro izquierda, donde esta él. Si bien seria un acierto que fuera una mujer, para ganar necesita que quien lo acompañe, represente la centro derecha, el sector conservador y mayoritario en el país.