Por: Fernando Álvarez
Tanto va el cántaro al agua que al fin se rompe, es la expresión de muchos colombianos que hoy sienten que se hace justicia con el periodismo, con la verdad y con la objetividad que se había venido perdiendo en medio de la polarización política que vive el país. Nadie es eterno en el mundo, cantan hoy eufóricos muchos de sus víctimas al enterarse de que echaron de la revista Semana al periodista Daniel Coronell.
No hay mal que dure 100 años repiten quienes fueron objeto de sus artículos, que en muchos casos no ocultaban la saña y la sevicia del columnista contra algunos uribistas que de una u otra manera se volvieron sus objetivos durante más de una década.
Esta salida de la revista se veía venir. La compra del 50% de la publicación por parte del grupo Guillinski, uno de los más poderosos del país, anunciaba cambios fundamentales en la concepción editorial. Paralelo a esto Coronell se había empezado a convertir en un dolor de cabeza para la casa López, dueña de la revista, por su casi enfermiza persecución al expresidente Alvaro Uribe, al uribismo y de contera al presidente Iván Duque. Quien conozca a Felipe López sabe que no está interesado en comprar esa pelea.
Coronell ha sido un periodista que se caracteriza por revelar casos de corrupción y por destapar una que otra olla podrida, pero nadie que lo conozca de cerca duda de que en muchos casos su intención no es la verdad sino la taquilla. De hecho, su antiuribismo es una decisión bien calculada de convertirse en el esparrin de Uribe, ya que es uno de los hombres con alto índice reconocimiento popular, para que por el efecto rebote poder adquirir esos niveles de popularidad.
Sus enfrentamientos han llegado incluso a los estrados judiciales y no han sido pocas las veces que Uribe le ha sacado los trapos al sol con los antecedentes no muy claros de los orígenes del dinero con que se montó el noticiero NTC, el cual tuvo como principal accionista el famoso César Villegas, alias “El Bandi” reconocido negociante, testaferro y lavador de dinero del Cartel de Cali y del Clan Ochoa. Otro trapito que le saca permanentemente el expresidente Uribe a Coronell es su alianza comercial con el extraditado narcotraficante Pastor Perfán.
Coronell había logrado a lo largo de estos años desde su columna hacerse a muchas simpatías entre la izquierda y en lo que se conoce como sectores mamertos, quienes son los principales enemigos de Uribe por haber sido el único presidente que decidió enfrentar con rigor el crimen organizado en guerrillas y golpear durante su administración contundentemente tanto las estructuras de las FARC como las del ELN.
Sin embargo, Coronell también se ha granjeado muchas antipatías porque así como ha revelado muchas verdades no tiene problema en decir muchas mentiras. De hecho, el columnista se volvió en casi década y media un experto en manejar el silogismo periodístico para terminar sugiriendo el resultado siempre con una conclusión preestablecida. Su método ha logrado a partir de una hábil mezcla de premisas ciertas y falsas llegar a conclusiones preconcebidas. El prejuicio y la obsesión por descabezar a quien se le metía en la cabeza terminó siendo el motivo de sus artículos. Y se dice que lo leían más los que temían se su blanco que los interesados en encontrar verdades o revelaciones.
Lo que parece ser un hecho es que puede ser el comienzo del ocaso de un periodista que tiene tantos seguidores como detractores. Su apasionamiento en contra de Uribe lo ha desdibujado entre personas desprevenidas que antes le creían y su extraña alianza con lo más oscuro de la justicia politizada y de los carteles de la toga le han mermado su credibilidad.
Y ya se comienzan a escuchar también rumores en el sentido de que en Univision, la cadena de televisión estadounidense en español, puede haber empezado la cuenta regresiva de Coronell. Las pérdidas durante los últimos años que reporta esta cadena parecen haber llevado sus directivas a repensar la continuidad de de este periodista al frente de los noticieros. De hecho, ya se deshicieron de Isaac Lee, quien fue el que llevó a Coronell a las pantallas norteamericanas.
Y no sobran los cometarios sobre las posibilidades de que ya sin el poder que representaba Coronell en Semana, aparezcan por fin unos fiscales que se decidan a abrir las investigaciones que hasta ahora nadie ha querido adelantar, sobre los dinero calientes con los que se montó el noticiero NTC. Según estas versiones hasta ahora nadie ha querido desempolvar estas denuncias porque a Coronell se le tiene miedo físico. Pero muchas personas confían en que a todo marrano le llega su nochebuena.