Por: Andrés Villota
El índice Dow Jones no para de subir y de alcanzar todos los días récords históricos. Esa tendencia alcista, que era lógica y tenía el soporte de la política MAGA y de la expansión económica durante el gobierno del presidente Donald Trump, no ha cambiado a pesar de la desastrosa gestión mostrada por Joe Biden en los últimos 60 días. A sus desafortunadas apariciones ante la prensa y la mala jugada que le hizo el viento cuando se cayó subiendo por una escalera, se le suman hechos que pueden tener un inmenso impacto negativo en lo económico, en lo social y en lo político, determinantes en la formación de las expectativas que son el motor que mueve los precios en los mercados bursátiles.
Haber prohibido la construcción del oleoducto Keystone XL, haber prohibido la explotación Offshore de petróleo, haber prohibido el fracking, y seguir extendiendo la vigencia de las cuarentenas a pesar de haberle dado “200 millones de disparos a los brazos de los estadounidenses” como se refiere de manera jocosa Biden a la vacunación, no genera confianza ni expectativas positivas sobre el futuro de la mayor economía del mundo. Sin embargo dentro de las huestes Demócratas han existido enormes vacíos en el conocimiento sobre la economía que los lleva a afirmar, por ejemplo, que Noruega, Dinamarca y Suecia son economías comunistas, o los lleva a subir los impuestos a niveles astronómicos para recaudar más y poder repartirlos, literal, entre todas las oenegés del mundo afines a la ideología de su partido, y tal vez por eso asumen que el entorno político y las decisiones de Biden no tienen consecuencias en el plano económico.
La crisis migratoria en la frontera sur, la guerra racial avivada por los grandes medios del régimen, el terrorismo de los anti fascistas de ANTIFA que arreciaron sus ataques en los Estados con gobiernos Demócratas mostrando el descontento creciente con el autoritarismo y las políticas represivas heredadas del partido de extrema izquierda de Benito Mussolini, son todos elementos que hacen parte de una bomba social cuyo estallido puede tener consecuencias devastadoras y sin precedentes que afecten de manera negativa las expectativas sobre el futuro de la sociedad de los Estados Unidos.
Las declaraciones de la speaker Nancy Pelosi refiriéndose a su poder para determinar quienes pueden permanecer o no, ocupando una curul en la Cámara de Representantes cuestiona el futuro de la división de poderes al interior de la democracia estadounidense y marca el camino hacia un régimen totalitario dominado por el partido Demócrata. Joe Biden confirmó esa posibilidad al decir que en el año 2024, probablemente, no iba a existir el partido Republicano, y que no iba a dejar que se anulara el cambio de reglas electorales hecho en algunos Estados de manera arbitraria y a escondidas de los legisladores estatales, dando a entender que su reelección se da por descontada. La transición hacia el partido único propio de una dictadura jamás será positiva para una economía como la estadounidense que se basa en el pleno ejercicio de las libertades individuales y el respeto por los derechos fundamentales.
Ese descalce entre las expectativas negativas y la imparable tendencia alcista del Dow Jones, ha mostrado elementos comunes con el periodo previo al Crack de 1929. Varios expertos de la industria financiera como Michael Burry y Ray Dalio han hablado de la sobre valoración en los precios de las acciones y de las posibilidades que van a tener los especuladores haciendo operaciones cortas (vender las acciones a precios muy altos, esperando comprarlas a precios muy bajos). Jim Chanos en una entrevista hecha por Jim Grant habló de una burbuja especulativa, elemento previo a una debacle bursátil.
Solo una burbuja especulativa explica el comportamiento del precio de la acción de Facebook (FB) que sube todos los días pese a las citaciones que ha tenido su CEO al Congreso de los Estados Unidos para que responda por múltiples acusaciones en las que la censura es la menos importante. La empresa ha sido demandada y multada en varios países, y está siendo investigada por más de dos millones de denuncias por promover el abuso infantil desde su plataforma.
El precio de cualquier acción de cualquier empresa, por menos, ya estaría en el piso pero la empresa de Mark Zuckerberg parece estar revestida del más fino teflón y nada, ni nadie, afecta su precio en NASDAQ. Para efectos estadísticos y de análisis, Facebook y Twitter fueron retiradas del grupo de las empresas de “Big Tech” (porque esas empresas jamás han sido de alta tecnología) y ahora son consideradas como simples “Redes Sociales”, quedando relegadas al último lugar de las industrias medidas por el nivel de confianza y credibilidad dentro de los consumidores, lo que hace inconcebible que los precios de sus acciones sigan subiendo.
Los bancos comerciales están blindados por el sinnúmero de políticas sobre administración de riesgos que han adoptado como las acordadas en Basilea y otras como la Volcker Rule, precisamente, para evitar la ocurrencia de una crisis financiera como la de 1929. No olvidar que la crisis financiera que sobrevino a la caída de los precios en la bolsa de Nueva York estuvo asociada a los créditos otorgados para comprar acciones en medio de la burbuja especulativa. Cuando los ahorradores fueron a retirar su dinero, los bancos no tenían cómo devolverlo porque a los que se los había prestado, los activos que tenían para vender y poder pagar sus deudas, no tenían ningún valor en el mercado bursátil.
Varios analistas han recomendado invertir en oro y en otros metales preciosos, otros han recomendado tener prudencia en medio del eventual remezón que se avecina. Salvo que los grandes administradores de portafolios de inversión sepan algo que no sabe el mercado y esa asimetría en la información explique el fenómeno que se está presentando, las señales de alerta en Wall Street están encendidas y no se pueden desatender