Por: Fernando Torres Mejía
En 2019 se presentaron varios acercamientos con la campaña de Alejandro Eder, donde se le trató de convencer con argumentos de peso, porque era oportuno que desistiera de su candidatura a la alcaldía de Cali y apoyara a la campaña de Roberto Ortiz, quien de pronto no era el mejor, pero era la única opción con que se contaba para evitar que de nuevo llegara a la administración Jorge Iván Ospina, quien estuvo durante el periodo 2008–2011,y fue un desastre.
Entre otras razones, se le manifestó que teniendo en cuenta su juventud, podría aplazar su candidatura para las elecciones siguientes, pero todo el esfuerzo que se hizo, se perdió y hoy Cali, atraviesa por una de los peores crisis y abandono de poder, donde constantemente revelan actos de corrupción, inseguridad, perdida total de autoridad, incremento de la violencia, hurtos, grupos delincuenciales, despilfarro de los recursos públicos, caos total de la movilidad, deterior del espacio público, proliferación de ventas ambulantes, empoderamiento a grupos afines al terrorismo como la primera línea, entre muchos otros problemas que atraviesa la ciudad.
Hoy estamos frente a una situación muy similar, si no igual, donde el protagonista ahora es Sergio Fajardo, quien reconoció dificultades en su carrera presidencial y entendió que no tendrá chance de pasar a segunda vuelta, pero se niega a declinar su candidatura y apoyar o unirse a quien sin duda tiene la mayor posibilidad de ganarle al “candidato de la otra campaña”.
Aunque la diferencia es bien significativa, pues una cosa es la alcaldía de una ciudad y otra muy distinta la presidencia del país, igual son situaciones que sin duda perjudican a la ciudadanía en general, porque claramente lo que está en juego en estas elecciones y que en gran medida el señor Fajardo podría inclinar la balanza para que podamos continuar por el sendero de la recuperación, tranquilidad y, por el contrario, no convertirse de alguna manera en cómplice del riesgo de perder la democracia, la estabilidad, la tranquilidad, el tejido empresarial y todo lo que durante tantos años hemos construido.
Un acto de generosidad y dignidad con el país que le ha dado tanto, es dar un paso al costado y cerrar su ciclo como aspirante presidencial y como se dice popularmente, salir por la puerta del frente y no por la de atrás. En la política hay momentos y oportunidades, pero desafortunadamente a usted y al señor Vargas Lleras, se les pasó su cuarto de hora y por mejores intenciones que tengan para resolver las dificultades por las que atraviesa el país, deben aceptar y reconocer que lo pueden hacer desde otras posiciones, pero no como presidente, pues la mayoría de colombianos ya se han pronunciado en diferentes momentos y les han dicho, «NO”.
No le siga el juego al candidato de la otra campaña, con su famoso discurso del “cambio”, pues usted mejor que nadie sabe que ahí no lo hay, o es que al revisar la primera línea de esa campaña, no estamos viendo que la conforman personas cuestionadas, como Roy Barreras, Armando Benedetti, Luis Fernando Velasco, Alfonso Prada, Piedad Córdoba, Francia Márquez, el secretariado de las Farc, el ELN, etc.?, pero claro usted dirá que lo mismo pasa en la campaña de Fico Gutiérrez, pero le recuerdo que este, no viene de ningún partido, de hecho, no cuenta con estructura propia, y si bien es cierto una inmensa mayoría de partidos políticos lo apoyan, es porque entendieron que es la mejor opción que hoy está en contienda y quien es el único que puede evitar que caigamos en manos de la izquierda popular y recalcitrante.
Los colombianos queremos recordarlo como el alcalde de Medellín y el gobernador de Antioquia, quien se desempeñó de manera correcta y que fue galardonado como uno de los mejores mandatarios durante su paso por estas administraciones, pero no se haga el harakiri y no permita que la historia y los colombianos cuando hagan referencia a usted, se expresen diciendo, así, “El egoísmo y la prepotencia de Alejandro Eder y Sergio Fajardo.”