Por: Andrés Villota
La extrema izquierda colombiana se encuentra en el estertor de su muerte como alternativa política, dentro del marco democrático. La única posibilidad que le queda, a esa ideología fracasada, corrupta y degenerada, para permanecer vigente y en el poder, es la ruptura con el orden institucional y el abandono del régimen constitucional.
Esa sucesión de actos descarados de corrupción, la cleptocracia descarnada, la ignorancia proverbial de los miembros del régimen y la torpeza caricaturesca para delinquir sin ser descubiertos, ha sido la forma provocadora, desafiante, como el régimen petrista quiere migrar hacia la clandestinidad dentro del Estado de Derecho.
Buscan abandonar el ordenamiento constitucional, de frente, eliminando los frenos y los contrapesos propios de una democracia porque, dicen, son perseguidos y son las víctimas de un golpe de Estado que los quiere sacar para que no vuelvan, entonces, lo mejor, es salirse del sistema corrupto que los quiere tumbar y poder seguir en sus andanzas pero en la clandestinidad, porque el Estado de Derecho lo consideran hostil para lograr el objetivo que persiguen.
Hacerlo así es mejor porque desde afuera del régimen institucional, se pueden dedicar de lleno al saqueo, a la expropiación, al terrorismo de Estado y a todas las formas de abuso del poder, sin que nadie les diga nada porque se convirtieron en los dueños de todo. Son los dueños, hasta de la obligación de los militares de defender a la Constitución que, desde la masacre del Palacio de Justicia en 1985, la violan, si la defienden y la hacen cumplir y respetar.
Molly Ball, contó en la revista Time, sin pudor, que un grupo multidisciplinario y multinacional, se había robado las elecciones presidenciales estadounidenses en el año 2020. Una gran fuerza de hampones de la peor calaña, violando la Constitución y las leyes para, supuestamente, “salvar a la democracia”.
Ball, presentaba en su confesión, a esa caterva de facinerosos, como a unas personas muy decentes, maravillosas, que no habían delinquido, ni violado la Constitución porque, según ella, realizaron una labor heroica al evitar que el presidente Donald Trump siguiera siendo el presidente de los Estados Unidos. La justificación de lo injustificable y la legitimación del crimen.
No les extrañe que, en los próximos días, los pseudodefensores de la democracia, salgan a rasgarse las vestiduras y a hablar de golpe de Estado y de dictadura, cuando la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos se pronuncie sobre el Caso Brunson.
En Colombia, degenerar el concepto de democracia y mostrar a una dictadura como un régimen democrático, ha sido muy sencillo porque se trata de una sociedad convencida que, un hombre disfrazado de mujer es una mujer que le toca tomar Buscapina cada veintiocho días, que cree que el partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NAZI) es un movimiento político de extrema derecha, que cree que se va a ahogar en el hielo derretido de los polos por respirar y que cree que le toca vacunarse para no contagiar a los vacunados.
La obsesión de Gustavo Petro por los golpes de Estado, entre otras muchas obsesiones como la de decirle nazi a todos los que no son iguales a él, atiende, por un lado, al Principio de Transposición incluido en el decálogo del tenebroso aparato de propaganda nazi y, por el otro, al manejo de esa dualidad que le permite utilizarlo según la coyuntura y sus necesidades personales, promoviendo golpes de Estado cuando le sirven pero condenándolos cuando lo perjudican a él o a sus secuaces.
El génesis del grupo terrorista M19, es el intento de golpe de Estado perpetrado en contra del presidente Misael Pastrana Borrero, desconociendo los resultados de las elecciones presidenciales colombianas de 1970.
Se inventaron, para justificarlo, que Pastrana le había robado el resultado electoral al partido nacional socialista colombiano, Alianza Nacional Popular (ANAPO), en cabeza del dictador Gustavo Rojas Pinilla, cuyos descendientes militaron en la extrema izquierda del nacional socialismo colombiano hasta que, el mismo Gustavo Petro, se encargó de sacarlos del camino para quedarse con el liderazgo absoluto del movimiento.
La otra faz de Gustavo Petro, ha condenado los reclamos legítimos de la sociedad, ante evidentes casos de fraude electoral como los ocurridos en Estados Unidos en noviembre del 2020 y en Brasil en octubre del 2022. En los dos casos, calificó de dictadores a los dos presidentes que se habían presentado para la reelección y condenó los hechos por acusarlos de intentar dar un golpe de Estado.
En 1985, la sociedad criminal de Pablo Escobar con el grupo terrorista M19 de Gustavo Petro, intentó darle un golpe de Estado al presidente Belisario Betancur, que así le cobró Gustavo Petro por haberlo sacado de la cárcel, a pesar de sus innumerables crímenes. Así le paga el diablo a quien bien le sirve.
Operación Antonio Nariño por los Derechos del Hombre, bautizaron con ironía al golpe de Estado que se consumabaacribillando a los magistrados de las Altas Cortes colombianas y fusilando al presidente Betancur, previo juicio revolucionario, que fracasó porque las Fuerzas Armadas defendieron a la Constitución y preservaron el Estado de Derecho.
La otra faz de Gustavo Petro, no consideró que fuera un intento de golpe de Estado, sino una simple protesta legítima de un grupo de forajidos por el incumplimiento de lo acordado en uno de los múltiples procesos de paz que se ha acordado en los últimos cien años. Petro, por eso, dedicó gran parte de su vida a perseguir y a condenar a los militares que dieron al traste con sus ambiciones de poder.
El 17 de junio del 2018, Gustavo Petro, en una reacción propia de una persona recién estafada, que la acaban de robar, que le acaban de entregar algo diferente a lo que compró, amenazó al presidente electo, Iván Duque, con incendiar al país y mantener a los grupos paramilitares petristas, en las calles, durante todo su mandato para que Duque hiciera todo lo que Petro dijera o, de lo contrario, sería considerado como un dictador.
Esa es la interpretación petrista de la democracia, idéntica a la del ultra peronismo argentino que está obligando al presidente Javier Milei, a hacer todo lo que el candidato perdedor, Sergio Massa, propuso, pisoteando la elección democrática hecha por el pueblo argentino.
En el año 2019, hubo un intento de golpe de Estado contra el presidente Iván Duque, que promovieron como el ejercicio del derecho constitucional a la protesta social, orquestado por los que hoy están en el poder.
Según Gustavo Petro, era legitimo y no constituía un intento de golpe de Estado, amenazar al presidente Iván Duque, intentar secuestrar a sus hijos, hostigarlo con la presencia de los paramilitares terroristas de la Primera Línea, la versión petrista de los Camisas Negras, de los Camisas Pardas o de los Tonton Macoute, dedicados a provocar a la fuerza pública para poder culpar de asesino al presidente y tumbarlo por ser un dictador.
La otra faz de Gustavo Petro, por el contrario, frente a las protestas legítimas del pueblo cubano y del pueblo boliviano, en contra del dictador Miguel Díaz-Canel y en contra del pedófilo Evo Morales, dijo que sí eran golpes de Estado que, esos sí, debían ser reprimidos sacando al ejercito a las calles para que aniquilara a los que protestaban en contra de sus íntimos amigos.
Gustavo Petro, promovió y aplaudió el holocausto del capitolio de Guatemala en el año 2020 porque ese acto terrorista era la forma adecuada para luchar en contra de la corrupción guatemalteca. Y estuvo de acuerdo y apoyó, de manera decidida, que el extinto movimiento de ultra extrema izquierda PODEMOS, boicotearan las sesiones de investidura de Mariano Rajoy del PP, en el año 2018, rodeando al Congreso para evitar que sesionara, un intento de golpe de Estado, sin duda.
Sospechosamente, esta vez, Gustavo Petro, no tiene una doble faz e intenta dar un nuevo golpe de Estado en contra de él mismo, movilizando a sus hordas salvajes, conformadas por trogloditas que terminan secuestrando al interior del Palacio de Justicia, a los magistrados de las Altas Cortes. El poder ejecutivo, ordenando aniquilar al poder judicial. Terrorismo de Estado puro, dictador seguro.
Jorge Iván González, el director del Departamento Nacional de Planeación (DNP), presentó su carta de renuncia. El sabio, el inteligente del régimen petrista se va, esa es la señal inequívoca que, Gustavo Petro, ya está de salida y huirá hacia la clandestinidad institucional. La Operación Valquiria se puso en marcha.
Gustavo Petro no se va a ir del poder, solo se irá del poder legítimo de Colombia y migrará hacia donde se quedará de manera vitalicia, mostrando la única faz que siempre ha tenido, la de dictador.