Por:Felipe Jimeno
El sábado pasado, 15 de marzo, tuve que acompañar a un cliente que asesoro a un evento político organizado por el senador Miguel Uribe Turbay del Centro Democrático. Observé cómo llegaban buses y buses para llenar el Palacio de los Deportes, ubicado en la localidad de Barrios Unidos.
El evento estaba citado alrededor de las 9 de la mañana, y noté la organización de los equipos políticos de diversos concejales actuales y posibles aspirantes al Congreso, tanto para la Cámara como para el Senado.
El tema aquí no es solo quiénes acompañaban al senador Uribe, sino el impacto visual y de fondo que genera este evento político dentro del partido Centro Democrático. Para entender su relevancia, es necesario remontarnos a los años 2017 y 2018, cuando un joven senador llamado Iván Duque iniciaba su precampaña para ganar la consulta interna de su partido.
En aquella época, Duque contaba con el apoyo de varios concejales de Bogotá y congresistas, mientras su principal rival era Rafael Nieto Loaiza. Este sábado reviví una campaña parecida, centrada en un mensaje claro: recuperar la seguridad, sin importar otra causa.
Hoy, el Partido Centro Democrático tiene varios precandidatos presidenciales, pero las encuestas posicionan a dos con mayor visibilidad: Miguel Uribe Turbay y la senadora María Fernanda Cabal. Esta última recuerda mucho al entonces candidato Rafael Nieto: una figura empoderada en una causa, con un discurso radical en algunos aspectos, pero que no ha logrado conectar con otros sectores sociales y políticos.
Como estratega y consultor político durante los últimos cinco años, he tenido la oportunidad de asesorar senadores, representantes, activistas y candidatos a elecciones territoriales. En esta experiencia, he visto cómo muchos candidatos cierran oportunidades por sí mismos, mientras otros saben aprovecharlas.
Las causas son un factor movilizador en la comunicación política, pero no todos logran transmitirlas con efectividad. Volviendo al evento del senador Miguel Uribe, me parece interesante lo que están construyendo. El camino es largo y el espectro se amplía día a día con tantos precandidatos en juego. Uribe tiene una gran rival que empieza a ganar visibilidad en las encuestas, y es importante recordar que estas pueden impulsar candidaturas, cambiar la intención del voto y, cada vez más, se vuelven herramientas efectivas en sus predicciones.
Ahora bien, hay otra candidata que, a mi juicio, jugará un rol más sustancial en estas elecciones: Paloma Valencia. Su perfil parece ideal para convertirse en la fórmula vicepresidencial de alguna de las figuras fuertes que están moviéndose con cautela. Paloma es una mujer que logra atraer sectores políticos, genera consensos y está muy preparada. Su participación en el Congreso ha dejado un eco en los pasillos de la democracia, donde distintos congresistas y analistas coinciden en que es una figura que estudia y se prepara con rigor. Si ella así lo decide, podría ser la próxima vicepresidenta de Colombia.
Concluyo con una lección que he aprendido en varias campañas en las que he participado: no siempre quienes llenan estadios, coliseos o plazas son los ganadores finales. No puedo olvidar cómo el senador Miguel Uribe terminó último en la carrera por la Alcaldía de Bogotá, ni cómo Germán Vargas Lleras, con toda la maquinaria política a su favor, terminó último en la contienda presidencial de 2018.
También recuerdo cómo Gustavo Bolívar perdió en la casa del petrismo en las elecciones de 2023. Esto apenas comienza. Los equipos políticos de todos los candidatos, sean de izquierda o derecha, deben abrir nuevas audiencias en el ámbito digital y revaluar sus estrategias para seducir nuevos nichos electorales. Felipe Jimeno Estratega, Consult