Por: Alejandra Cifuentes Reyes
“La verdadera ignorancia no es la falta de conocimientos, sino el hecho de negarse a adquirirlos “ Karl Popper.
El encuentro de Gustavo Petro y Jorge Iván Ospina, el primero ex militante del M-19 y el segundo hijo del comandante del M-19 Iván Marino Ospina, quien murió en un operativo militar en Cali, en 1985. Dos personajes siniestros, de la izquierda perversa y contestataria, que cuando se reúnen es solo para confabular y construir historias de intriga, ambos con antecedentes de múltiples errores, incompetencia y corrupción desmedida, con sueños mesiánicos, muy polémicos, beligerantes, irresponsables, en el manejo de los asuntos públicos, demostrado plenamente por ambos depredadores de los dineros públicos en sus respectivas administraciones.
Un llamado elevado a los ciudadanos “inteligentes” de Colombia, alerta con estos farsantes, de posturas reaccionarias, que usan la política como plataforma para fomentar el odio, la división y abultar sus cuentas bancarias, en una desfachatez de corrupción sin precedentes.
La reunión realizada esta semana en Cali de estos dos “jinetes del Apocalipsis”, muy seguramente fue para planear estrategias malignas con miras a las próximas elecciones. Y a su vez deja en evidencia que fueron ellos los principales promotores de la violencia y destrucción de Cali durante el Paro Nacional de abril. Uno por agitador y el otro por permisivo.
Si en sus manos estuviera, muy seguramente, proscribirían todas las reuniones con fines políticos, en contra de su discurso, seguramente emularían a Daniel Ortega, el sátrapa nicaragüense, que metió toda la oposición a la cárcel, para ir solito a las elecciones.
Los discursos sosos, divisionistas y mediocres de estos dos seguidores de Marx, con el tiempo van alejando posibles electores, especialmente aquellos que son, sentipensantes, los cuales representan una ciudadanía cada vez más sabia y reflexiva, que terminarán eligiendo una opción deferente, sobre todo si se piensa en el fracaso cubano, argentino y venezolano. PETRO sería “el culebrero” capaz de formularnos una alta dosis de lo mismo.
Los desorientados ilusos que aún siguen pensado que alguien que hizo parte de un grupo ilegal y terrorista se atreva a hablarnos de libertad. En definitiva, no dudo que alguien que cometió atrocidades en el pasado siga difundiendo sus convicciones y lo que “cree estar bien”. Además, que muchos de sus incautos llevados por fantasías y palabras, no alcanzan a dimensionar “la debacle” que sacudiría al país.
“Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpidos que abrirla y disipar la duda”.