Por: Duván Idarraga
Con lo que viene sucediendo en temas económicos en Colombia hay un sector (especialmente los aliados y defensores del gobierno) que quieren justificarlo con todo tipo de sandeces, desligando el impacto que las decisiones de este nuevo gobierno tiene en la percepción de inversionistas y demás actores de los mercados financieros.
Dan a entender que no hay relación entre las decisiones y acciones políticas del gobierno y lo que sucede en términos económicos en el país. Por ello, nuevamente comparto el link de una columna que publiqué hace un año aproximadamente sobre el particular: “ECONOMÍA Y POLÍTICA, IMPOSIBLE DESLIGARLAS”
ECONOMÍA Y POLÍTICA, IMPOSIBLE DESLIGARLAS
El dólar ha alcanzado la cotización más alta de la historia del país, el pasado viernes 21 de octubre logró una cotización de $4.913,24 lo que tiene repercusiones en casi todos los aspectos de la economía colombiana y afecta por igual a todas las personas.
Algunos mencionan que la devaluación no les afecta porque no tienen ingresos, gastos o inversiones en dólares; olvidan que en la economía del país se transan infinidad de elementos que se adquieren en el exterior y que se cotizan en dólares, por ende, están afectados por lo que suceda con la moneda norteamericana. Además, el mayor precio del dólar afecta también otras variables que voy a mencionar más adelante.
Me ha llamado la atención que algunos aliados y defensores del gobierno del presidente Petro tratan de justificar la enorme devaluación del peso colombiano responsabilizando a situaciones como el entorno internacional, la guerra de Ucrania, las acciones de Estados Unidos e incluso al gobierno del presidente Duque que desde hace más de 2 meses salió. Es más, el presidente Petro en su cuenta de twitter publicó gráficas y cifras para tratar de dar a entender que la devaluación del peso no era tan elevada y que era cuestión de la oposición querer culpar a las decisiones de su gobierno como causa de la exagerada devaluación.
Lo grave del asunto es que en esas publicaciones utilizó cifras y gráficas amañadas.
Lo que es un hecho irrefutable y así lo demuestran las cifras, es que la elección de Petro generó gran incertidumbre toda vez que se hicieron latentes las propuestas económicas que había anunciado en campaña como apropiarse de los ahorros de los colombianos en los Fondos Privados de Pensiones, imprimir dinero, acabar la independencia del Banco de la República y las más inquietante de todas: Acabar con la industria minera y en especial la petrolera.
Las primeras reacciones se hicieron sentir en los mercados; en junio 21, a dos días de la elección, empezó el incremento del dólar quedando en $4.026, superando la barrera de los $4.000; desde esa fecha no ha bajado, por el contrario, ya bordea los $5.000 y van casi cuatro meses.
La situación se hizo mucho más compleja y evidente una vez se posesionó como presidente, el 7 de agosto la cotización del dólar estaba en $4.338; a partir de esta fecha y con cada anuncio, decisión o pronunciamiento del presidente Petro y/o de su equipo generaron mayor incertidumbre en los mercados y en la economía colombiana.
Sin duda las salidas en falso de la Ministra de Minas y Energía con su anuncio de acabar con la exploración petrolera y de gas o el anuncio del Ministro de Hacienda de una reforma tributaria para recaudar $50 Billones (que luego bajaron a $25 Billones, por que sí demostrando la falta de rigurosidad técnica) sin tener certeza de la cantidad requerida y menos de la destinación, generaron gran incertidumbre y preocupación en los mercados que reaccionaron desembocando en mayores incrementos de la moneda norteamericana frente al peso.
No podemos olvidar que esos anuncios además impactaron en la valoración de ECOPETROL (analistas expertos estiman que ha perdido casi US$ 20.000 millones desde el momento en que fue electo presidente), precisamente por los anuncios del nuevo gobierno contra de la industria minera y la petrolera en especial. Pero el impacto del nuevo gobierno no ha sido solo en la devaluación y en la perdida de valor de ECOPETROL (tanto en la bolsa de valores de Nueva York como en la de Colombia); también ha tenido impacto negativo en la prima de riesgo de los títulos de deuda del Estado colombiano ante mercados internacionales lo que ha repercutido en su encarecimiento (de acuerdo a cálculos de expertos en la materia, el mayor interés que cobra el mercado al gobierno por la deuda externa es el equivalente a casi $100 Billones, es decir, 4 veces lo que estiman recoger con la reforma tributaria ).
Sumadas todas estas cifras, el nuevo gobierno ha generado perdidas billonarias a las finanzas del Estado. Son varios los analistas financieros que cifras en mano han demostrado que el efecto de la devaluación en Colombia, a partir de la elección del presidente Petro, ha sido evidente. Es obvio que la devaluación ha impactado a otras monedas de América Latina y del mundo; no obstante, el impacto en el peso colombiano ha sido el más fuerte al punto de llevarla a ser la moneda más devaluada del mundo (supera al Rublo ruso); se equipara al peso argentino, algo muy grave si consideramos que ese país tiene una situación económica muchísimo más deteriorada que Colombia con niveles de inflación que superan el 60%. Comparando el peso colombiano con otras monedas se observa que presenta una devaluación del 28% contra el peso mexicano, 18% contra el sol peruano, 24% contra el real brasilero y 14% contra el peso chileno.
Esas monedas todas se han devaluado (excepto el peso mexicano que se ha revaluado), pero en valores casi de la mitad del peso colombiano; por tanto, el argumento que expone el presidente Petro y algunos de sus defensores de que la devaluación en Colombia obedece a un fenómeno internacional se cae de su peso.
Las cifras son absolutamente contundentes; las comparaciones en las fechas claves de elección, posesión y las recientes acciones como Presidente muestran la relación directa y el impacto negativo del nuevo gobierno en la devaluación, en la economía y por ende en el presente y futuro del país; por más argumentos rebuscados que expongan, están defendiendo lo indefendible.