Por: Jazmín Balaguer
La propuesta del Senador Gustavo Petro, sobre emitir dinero por parte del Banco de la República para ser trasferidos a las familias más vulnerables, y a la pequeña y mediana empresa vía Estado, suena bien, es el camino fácil y rápido, pero siempre está dentro de las última opciones, porque se trata de proteger la economía a largo y mediano plazo. Aquí hay un riesgo populista, de aparentes soluciones mágicas que a la final terminaría trayendo más pobreza, sin contar la corrupción.
Es verdad que todos los países emiten dinero y aumentan la base monetaria frecuentemente, más en momentos de crisis económica como la que se atraviesa debido a la pandemia. Sin embargo, esa emisión se basa en reglas de expansión monetaria, que hace parte de la teoría cuantitativa del dinero, cuyo principal exponente, Milton Friedman, explica que las variables de la ecuación: velocidad, oferta, nivel de precios y producción de bienes y servicios, están sensiblemente entrelazados. Esa relación mantiene la estabilidad económica de un país, en donde mover cada una erróneamente, puede provocar una catástrofe en poco tiempo. La regla para este tema específicamente dice, que la oferta monetaria se debe expandir cuando aumenta la producción. En este momento estamos en una situación contraria, tenemos una baja productividad, -0.6% según lo publicado por el DANE para finales del año 2020.
No obstante, también hay una baja inflación que podría soportar una emisión moderada, según los expertos en la materia, pero prefieren recurrir a otros instrumentos como la compra de bonos del Estado por parte del Banco de la Republica primero.
Entre otras medidas que ha tomado el Gobierno están: un paquete fiscal destinado principalmente al sector salud, y para transferencias hacia grupos vulnerables de la sociedad, como Ingreso solidario, devolución de IVA, subsidios a nómina, líneas especiales de crédito, que en conjunto suman casi 72 billones de pesos. Sumado a la suspensión de la regla fiscal para 2020 y 2021. Por su parte, el Banco de la República, recortó su tasa de intervención al nivel histórico más bajo, y junto a las bajas tasas de interés se presume, impulsará el crecimiento del consumo privado e inversión, mejorando el déficit en cuenta corriente. Lo anterior parafraseando el reporte del Banco Mundial para octubre del año 2020, en donde también concluye, que esta rápida respuesta a la crisis, la hizo el Gobierno del Presidente Duque para proteger vidas, medios de subsistencia, pero también para apoyar la economía, y que permitirá su repunte para este año 2021, retomando el camino que se traía en 2019.
La emisión de dinero se contempló durante buena parte del año 2020 por los mejores asesores económicos del Gobierno, pero se excluyó porque no solucionaría el problema estructuralmente, y si genera unos compromisos difíciles de cumplir en esta situación.
Solo en países donde hay dictaduras o regímenes autocráticos como en Venezuela, en donde no existe independencia del Banco Central, el Presidente decide cuándo y cuánto dinero crear, y si devolverlo o no. Lo que a la postre, termina quitando vertiginosamente su valor, como la hiperinflación de ese país disparando la pobreza a niveles del 80%.
Cada moneda o billete que circula en la economía debe estar respaldado en producción nacional, pero si no hay tal, y se quiere hacer de todas formas, como es la propuesta del Senador, se generará una deuda, porque sería una especie de préstamo del Banco de la República al Gobierno. Significa que se deberá pagar o con más impuestos o con más préstamos, asumiendo también, que la economía mejorara para adelantar y soportar una reforma tributaria o varias, en un año o dos.
Por esta misma razón, países como Estados Unidos puede expandir su oferta monetaria, con esa misma regla y con un tope superior, porque tiene el respaldo y confianza de una economía que ha sido fuerte incluso en medio de esta crisis mundial.
El otro punto alarmante de la propuesta del Ex candidato presidencial, es que una vez emitido el dinero se hagan las transferencias vía Estado, sin pasar por la banca privada para evitar el costo de la intermediación. Este es un tema muy popular que alienta el estigma hacia la empresa privada y los empresarios, más cuando la Banca ha sido uno de los sectores que más ha ganado en época de pandemia.
Esto sucede principalmente porque nuestra banca es un sector muy pequeño, y por lo mismo sus costos operacionales son muy altos, algo que se solucionaría con una reforma que permita la entrada de competencia extranjera. Mientras eso sucede, los bancos privados son la única opción que tiene el Estado, para que el dinero que con creces se ha logrado reunir para financiar los altos costos de esta crisis, como Ingreso Solidario, llegue a su destinatario de manera eficiente. Pagando por ello, a lo sumo $2.300 pesos por transacción.
Mucho más dinero nos costaría, si lo hiciera directamente el Estado, ya que se tendría que crear más burocracia para administrar esos recursos, o entregarlos a un Banco público, como el Agrario, el mismo de sus históricos casos de corrupción.
Es desolador lo que podría suceder con esos millonarios recursos, de los cuales dependen millones de personas para aliviar un poco la carga económica de esta situación, si pasara a manos de políticos, y más para tiempos electorales. El margen de los Bancos no se compara con la tajada de corrupción que nos costaría sin ellos.