Por: Andrés Villota
El escocés Gregor MacGregor, veterano de las guerras de independencia de América del Sur y esposo de una prima del mismísimo Simón Bolívar, se inventó un país al que bautizó Poyais en honor a los aborígenes Poyas que habitaban, en la realidad, el territorio en dónde quedaba su país imaginario. Según The Economist, para poner en la práctica su plan, le pagó a unos periodistas de la época para que divulgaran, validaran y le dieran credibilidad a su estafa. También mandó a emitir los dólares de Poyais en las imprentas oficiales del Banco de Escocia que llevaban su firma pues se auto nombró “Cacique de Poyais” que, según él mismo, equivalía al título de príncipe en Europa.
Para darle más credibilidad al asunto, contando siempre con la alcahuetería de la prensa londinense y de un par de calanchines, preparó toda una narrativa alrededor de su país falso, ponderando las bondades de su clima y de las inmensas posibilidades productivas de sus tierras y de progreso para sus habitantes, diciéndole a sus potenciales víctimas lo que querían oír. Narrativa que era imposible de comprobar, no solo porque los inversionistas de la City londinense no estaban dispuestos a irse de viaje hasta Centroamérica, sino porque hábilmente evitó los cuestionamientos, incluyendo en su cuento los elementos necesarios para crear la confianza que le permitiera consumar su estafa.
MacGregor le vendió los dólares de Poyais a los futuros colonos, la mayoría jóvenes inexpertos y ambiciosos, que había logrado engatusar y se los cambió por las libras esterlinas de sus padres, con un tipo de cambio que el mismo Cacique se inventó. En el año de 1822 le otorgaron un crédito por $200.000 libras esterlinas, garantizado por todos los activos, rentas y territorios de Poyais. Llegó tan lejos que logró emitir e inscribir unos bonos en la Bolsa de Londres que cotizaron al lado de bonos emitidos por países de verdad como Chile y Colombia. El rendimiento que ofrecían pagar los bonos de Poyais era más del doble de lo que pagaban los bonos de deuda soberana británica. A MacGregor lo pillaron, se quebró, y se escapó a Venezuela en donde terminó sus días, recibiendo una pensión que le dieron por los servicios prestados al ejercito del Libertador.
Alexandre Cazes de solo 25 años de edad se suicidó en su celda de una prisión en Tailandia en julio del 2018, era el creador de AlphaBay, un mercado negro virtual de drogas y armas. Dentro de la inmensa fortuna que amasó tenía unas billeteras de Bitcoin y de otras cryptomonedas con el equivalente a miles de millones de dólares. En febrero del 2021 capturaron a Ruben Verastigui otro joven de 27 años de edad, acusado de distribución de pornografía infantil por medios virtuales, entre burócratas de Washington, que era pagada mediante el uso de cryptomonedas. En marzo del 2021, John McAfee el genio creador del anti virus McAfee fue detenido acusado de estafa y lavado de activos asociado a la creación de una cryptomoneda y operaciones sobre otras de esas mal llamadas monedas.
En lo que la oposición colombiana calificaría como un entrampamiento, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos con ayuda de una firma forense llamada Chainalysis, según Fortune, ha tomado posesión de muchas cryptobilleteras en medio de una gran redada mundial que entregó miles de pistas y pruebas que terminaron con el desmembramiento de las economías ilegales que habían convertido a las cryptomonedas en su medio de pago por excelencia porque, supuestamente, eran anónimas, no tocaba llenar formularios de apertura de cuenta, eran libres de impuestos y sus operaciones garantizaban la no trazabilidad de tiempo, modo y lugar.
El origen y la existencia de las cryptomonedas es difícil de probar como lo fue la existencia de Poyais. Surge asociado a un nombre oriental, el Tuto Barrios del Lejano Oriente, creado a partir de un artículo informativo colgado en la red, basado en algo difícil, complejo, inexplicable y virtual que involucra tecnología y matemáticas, que demanda un gasto enorme de energía para poder hacer funcionar a robustos servidores y equipos de computación, algo etéreo, intangible que solo existe por el reconocimiento que hacen unos seres únicos, misteriosos, anónimos, que le dicen “mineros de datos”. Ellos son los encargados de crear los bloques de información con los que se valida la existencia de las unidades de “moneda” y de las operaciones, después de solucionar complejos enigmas y acertijos matemáticos que solo unos pocos privilegiados como ellos pueden resolver, o de lo contrario, todos desde la sala de su casa podrían crear cryptomonedas y se dañaría la exclusividad y el halo de misterio del cuento.
MacGregor se hubiera deleitado en nuestro tiempo porque es una sociedad proclive a ser manipulada y engañada con facilidad que repite y da por válido lo que cualquiera dice, por ejemplo, los fundadores del Ku Klux Klan le dicen racistas a sus opositores y los creadores del Fascismo le dicen fascistas a todos los que no piensan igual a ellos, y todos quedan fácil y felizmente convencidos que es así, nadie se cuestiona. Por eso los cryptoimpulsadores han hecho su agosto diciendo que las cryptomonedas evitan la opresión de los bancos centrales y acaban con la inflación por no ser monedas fiduciarias, y todos se lo creen. He oído varias veces, incluso, que las cryptomonedas evitan el cambio climático.
Si el Bitcoin fuera una moneda, sería una moneda fiduciaria por excelencia, en grado superlativo, pues al ser emitida por cualquiera, sin respaldo alguno y sin contar con la gestión de un banco central, estaría muy por encima del concepto fiduciario de la moneda que se basa totalmente en la confianza (fiduciaria en inglés se traduce como “trust”) por su emisión no tener respaldo real en algún activo. Comprar un Bitcoin más que confianza, exige un acto de fe. En el último año (52 semanas hacia atrás) el precio mínimo del Bitcoin fue USD$6.779,79 y el máximo fue USD$64.748,90, comportamiento altamente volátil que en una moneda fiduciaria real sería el equivalente a situaciones extremas que llevaría a una economía real a una crisis híper inflacionaria que la destruiría.
La China Popular está en el proceso de convertir al yuan en una moneda totalmente virtual que desaparece el uso del dinero en efectivo, sin que eso signifique que el yuan va a ser una cryptomoneda. De igual manera, desde Pekín, se ha disparado la compra de oro tratando de aumentar sus reservas aprovechando que fue la única economía que tuvo un comportamiento positivo en medio de la pandemia. En el mundo, gracias a la tecnología, está desapareciendo el uso de billetes y casi todas las transacciones se pueden realizar utilizando medios de pago electrónico. Ese es el primer paso para migrar a un sistema financiero en el que desaparece el dinero en efectivo y se acaba con la emisión de monedas fiduciarias al adoptar de nuevo el Patrón Oro.
Se dejaría de hacer emisión de dinero sin respaldo. El gasto público improductivo e innecesario desaparecería y se reduciría el Estado y su burocracia a su más mínima expresión. La corrupción y la actividad de las economías ilegales sufrirían un duro revés porque todas las transferencias de dinero serían fácilmente rastreables y la trazabilidad sería plena, además evitaría los inconvenientes de guardar el efectivo en tarros de galletas, en bolsas o en una casa en Cali.
La caída en desuso del Bitcoin y demás cryptomonedas será la constante en esta época convulsionada en la que los inversionistas buscan refugio en activos reales, no en ficticios. Igual, la función que tuvieron las cryptomonedas por su origen y volatilidad, ha sido demostrar la necesidad de emitir monedas con verdadero respaldo y acabar con las monedas fiduciarias, le dio vigencia al sistema Blockchain que está siendo utilizado un diferentes aplicaciones, y puso en evidencia los movimientos financieros de las economías ilegales que fueron claves para lograr su desmantelamiento. Se viene el Quantum Financial System (QFS).
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Los que viven de sembrar coca y los que les pagan por fomentar la siembra de coca, deberían promover que fumiguen y les destruyan sus cultivos gratis. Con una caída en la demanda del -80% y un aumento en la oferta superior al +500%, bajar la oferta es lo único que les podría medio salvar el negocio o están condenados a la quiebra. No olvidar cuando botaban pollitos y leche al río Bogotá…