Por: Andrés Villota
El psicólogo Leon Festinger propuso la Teoría de la Disonancia Cognitiva para explicar la razón por la que las personas, sin criterio, tienden a solo aceptar como válida la verdad que les fue impuesta, es decir, evitan la posibilidad de recibir información que entre en conflicto con los dogmas y las doctrinas que les enseñaron, así las pruebas que demuestran la verdad y la realidad sean irrefutables y evidentes.
Si hoy, presentaran las pruebas que demostraran que los orfanatos de Las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta eran sitios sórdidos, dedicados al tráfico y al abuso de niños, nadie lo creería porque todos tienen arraigado en su cerebro que Teresa de Calcuta es una santa.
Si hoy, científicos como Michael Shellenberger y Patrick Moore, demostraran que el “Cambio Climático” es una estafa, muchos no les creerían porque dos niños como Greta Thunberg y Francisco Vera dicen todo lo contrario, y esa información, creada por los niños pero adjudicada a “científicos” anónimos, es la que muchos tienen en su cerebro.
Si hoy dijeran que Gustavo Petro se robó las elecciones y presentaran todas las pruebas para demostrarlo, nadie creería porque el señor Registrador, dijo que no había existido fraude electoral y hasta en el Congreso de Colombia lo condecoraron por haberlo dicho y eso es lo que muchos tienen en su cerebro.
Además, INDRA es una empresa que su mayor accionista es el Estado español, y Pedro Sánchez es churro y los churros no se roban elecciones, eso lo creen muchas.
En fin, podría citar miles de ejemplos para explicar la disonancia cognitiva.
Queda claro, también, que cada uno crea su propia realidad que la soporta con sus propias verdades, construidas en medio de las asimetrías de la información. Toma de la realidad lo que le conviene creer y evade lo que le conviene rechazar, aunque en algunos casos implique entrar en el conflicto del que habla Festinger.
En el Supermercado de la Verdad, las mentiras siempre estarán baratas, en rebaja, en promoción, en SALE. Son las más fáciles de adquirir para los que tienen los cerebros menos evolucionados porque no les exige pensar, solo repetir y difundir.
La Directora Mundial de la UNESCO, Audrey Azoulay, le pidió a las personas, “pensar críticamente e informarse sobre las teorías de la conspiración, que es fundamental para enfrentarlas”.
Esta campaña de la UNESCO, oenegé miembro del Sistema de las Naciones Unidas, se realiza junto con la Comisión Europea, Twitter y el Congreso Judío Mundial. #ThinkBeforeSharing, se llama la campaña.
En la página oficial de la UNESCO, además, publican consejos para enfrentar a los teóricos de la conspiración, a los que recomienda darles trato como de trastornados mentales. Y, como si los medios de comunicación tradicionales hicieran parte de la trama, la UNESCO advierte que una teoría de la conspiración puede ser cierta, sí y solo sí, un periodista empleado de algún medio de la gran prensa, así lo valida y certifica.
Twitter es el espacio de la minoría mundial pero los anteriores dueños le dieron la función de ser un validador de la verdad, así su alcance al interior de la opinión pública fuera ínfimo.
La extrema izquierda se apoderó de la compañía y se dedicaron a censurar a todos los que no pensaran igual a ellos.
Los directivos de Twitter, hoy considerados como unos criminales de algoritmo blanco, Parag Agrawal, Ned Segal, Vijaya Gadde y Sean Edgett, fueron despedidos de manera fulminante por Elon Musk, el nuevo dueño de Twitter, sin derecho a su Golden Parachute al considerar que se dedicaron a delinquir revelando información falsa, cometiendo fraude ante la SEC, engañando a los accionistas minoritarios, a la vez que se dedicaban a estafar a los anunciantes mostrándoles cifras falsas sobre el número de cuentas y de usuarios reales.
Y como si los delitos de Agrawal, Gadde, Segal, Edgett y su pandilla de hampones, fueran poca cosa, se conoció que estaban amangualados con los directivos de Facebook, Google, Youtube, que pactaron con agencias estadounidenses afines al régimen fascista de Joe Biden, censurar los contenidos que fueran contrarios a los dogmas de extrema izquierda del Partido Demócrata
Barack Obama, solapado como es usual, cambió de manera silenciosa y engañosa la Ley Smith-Mundt que prohibía al gobierno usar su aparato de información estatal para hacer propaganda política, dejando abierta la posibilidad para que el gobierno estadounidense y la CIA pudieran hacer propaganda de manera legal usando a los medios de comunicación y a las redes sociales.
A los principales medios de comunicación no les gusta reconocer este hecho pero, en la práctica, su narrativa es pro comunista, como si se tratara de los fanáticos miembros de una secta satánica. Dicen que deben confiar, solamente, ciegamente, en los principales medios de comunicación y en los verificadores de hechos, no importa si se equivocan y dicen mentiras de manera sistemática.
Noam Chomsky y Edward Herman escribieron, Manufacturing Consent (1998), libro con el que probaron que los principales medios de comunicación, no informan al público, no sirven al público.
Los principales medios de comunicación no ejercen un control del poder porque hacen parte del poder, del grupo que domina al mundo. Saben controlar la narrativa de las noticias. Saben manipular y controlar a las masas.
El Reuters Institute publica, junto a la Universidad de Oxford, un informe sobre la industria periodística del mundo. En la última edición (2022) muestran con cifras que nadie cree en los periodistas tradicionales.
Los medios de comunicación tradicionales perdieron su capacidad de influir en la sociedad por mentirosos y su marcado sesgo ideológico a favor de la extrema izquierda.
La persecución que emprendió la UNESCO en contra de todos los que digan o muestren la verdad que incomode a los herederos del Nuevo Orden Mundial surgido después de la Segunda Guerra Mundial, no es algo diferente a la persecución que emprendió, en Colombia, la oenegé, Comisión de la Verdad, financiada por la Open Society y otras oenegés que entraron en franca decadencia durante la pandemia.
El líder supremo de la citada comisión es el jesuita, Francisco de Roux SJ, que persigue a todos aquellos que tengan la osadía de decir la verdad que incomode a los miembros del grupo terrorista de las FARC, y a los que no pudo callar, simplemente, excluyó su verdad del informe final que presentó ante la sociedad colombiana.
Juan Manuel Santos le asignó, de los recursos públicos de todos los colombianos, al padre De Roux SJ y a su combo, la astronómica suma de $100 millones de dólares americanos. Customizar la verdad es una práctica común entre la clase política decadente y entre todos aquellos que viven de decir mentiras y que han hecho de su vida una permanente estafa.
Se entiende, entonces, la angustia y el desespero de la UNESCO y de todas las oenegés por evitar que se sepa la verdad. La revelación de la verdad es un golpe mortal para sus ingresos y para sus pretensiones de vivir a perpetuidad en una falsa realidad.