Por: Argiro Castaño
Comencemos por decir que yo también tuve 20 años y un corazón vagabundo, que viví en las épocas de Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha, de los Rodríguez Orejuela, De Iván Urdinola etc. y que conozco hasta el cansancio la historia de estos señores como la mayoría de mi generación.
Me tocó vivir una de las épocas más tristes, violentas y folclóricas de la historia de Colombia. Ver como estos señores traquetos se aliaban con políticos, empresarios y con todos los que de una u otra manera se beneficiaban de las enormes fortunas de estos individuos. Como el cura iba a bendecir la enorme finca que se iban a estrenar y al político con vaso de whisky en la mano decir las palabras inaugurales. El empresario que se jactaba de haber tumbado en un negocio algún sujeto de estos por venderle una finca de 15 millones en 200 millones, mientras contaban sus hazañas en algún club a sus amigos y decían que sujetos tan “chirriaos “.
Así fue creciendo este monstruo llamado narcotráfico en Colombia. Con mucha permisividad y mucho folclorismo, con las fatales consecuencias que todos conocemos.
Este negocio lo heredaron los grupos terroristas y vienen poniendo en jaque la democracia colombiana hace muchos años; y se acrecentó más el peligro después de los 8 años de la farsa paz de Santos; dejando a Colombia inundada de coca y a estos señores con brazo armado y político.
Pero hoy les vengo a hablar también de otra cultura… “la cultura colombiana” de los colombianos de Bien. ¡Sí, así como lo oyen, de los colombianos de bien! De esos que llevamos muchísimos años madrugando a trabajar pa` cumplir nuestros sueños. a los que nacimos en medio de las dificultades y todo lo que tenemos puesto es ganancia producto de nuestro trabajo, a los que no nos trajo una cigüeña si no una vieja partera y nos descargó en medio del pantano, de los que desde que empezábamos a caminar ya éramos aptos pal trabajo; cargando leña pal fogón, voleando azadón en el solar o llevando los portas con la comida a los viejos a 3 horas monte arriba. Gracias al haber nacido en medio de las dificultades a la mayoría se nos desarrolló la neurona del rebusque, esa que está desapareciendo de nuestros jóvenes por estos días.
Descendientes de campesinos y arrieros somos la mayoría de estos colombianos y la malicia pal negocio producto de la necesidad la llevamos muy adentro, es que pa`nosotros no hay negocio malo o que nos cause vergüenza, pa`nosotros un buen negocio es una panadería, una legumbreria, un granero, una prendería, un almacén de juguetes, una zapatería o una carpintería. conozco amigos que salían a comprar chatarra con megáfono en mano en un carro viejo y ahora tienen 3 o 4 bodegas de 3 mil metros para almacenarla y mandarla a otros países.
Hablando de mi región que conozco muy bien; el Santuario, Granada, Cocorná, Marinilla etc. los jóvenes salen de sembrar repollo, a recorrer Colombia y el mundo. Arrancaban con la ruana tendida en una esquina, hace muchos años en Barranquilla vendiendo espejitos y llaveros y ahora filan 40 0 50 contenedores al año llenos de cachivaches para vender por todo Colombia y Suramérica, hasta ponen a estudiar a sus hijos mandarín pa` hacer más fácil el negocio con la China, no es raro ver en cualquier pueblo de estos una Toyota Prado TXL del año al frente de un granero y su dueño atendiendo el mostrador. Muchos han progresado enormemente producto de muchos años de trabajo incansable, otros hemos progresado menos pero igual compartimos los mismos gustos por las cosas bonitas.
Nos gusta el carro engallado, con exploradoras, llantas anchas y buen equipo de sonido, la casita revocada, estucada, con pisos en Mármol y si podemos hasta bañera le metemos pa` pasar una velada romántica con la vieja tomando cherrynol.
Descendientes de arrieros, nuestro amor por los caballos lo llevamos en las venas y a medida de nuestras posibilidades tenemos 1 o 10 de los buenos y ojalá de sacar a pista para que se robe los aplausos. ¡Ese es el caballo Juez! Aprete que nos pelaron! En palco o en tribuna casi siempre salimos a disfrutar de las ferias equinas en familia. Gracias a Dios ahora estas ferias son mayoritariamente familiares, claro q no falta el mosco en la leche.
El gusto por las cosas bonitas y mostrar lo conseguido trabajando viene desde la época de mi abuelo Manuel, que se hizo poner 3 dientes de oro y mostraba orgulloso su sombrero de paño, de mi tío Ruperto que se ponía las botas texanas de piel de vaca para que le combinara con su Carriel Jeriquano. De mi papá que tenía un enorme anillo de oro con una piedra roja y cada que tocada guitarra alzaba la mano pa que se lo vieran.
Ahora los verdaderos traquetos, los que tenían temibles alianzas con Chávez y ahora con Maduro, con los carteles de Mexico y que gracias a sus enormes fortunas tienen en jaque la democracia colombiana. En los últimos años han estado en la tarea de desacreditar al uribismo en todos los niveles, con la ayuda de FECODE y líderes de izquierda han creado una gran mentira en torno al uribismo y sus tradiciones; si tiene caballos es traqueto, si tiene caballos y Toyota es paraco y traqueto, si tiene plata es producto del narcotrafico. esto ha calado en la desprevenida juventud que pedaliaos por estos viejos zorros de la izquierda están convencidos que los bandidos somos nosotros y las farc y el eln so monjitas de la caridad.
Así no es señores! La inmensa mayoría de colombianos y la inmensa mayoría de Uribistas somos gente de bien. Somos una raza trabajadora que hemos ayudado a forjar la historia de este país, los gustos por las tradiciones son cosas muy diferentes y si invitamos a nuestra madre con la famila a un restaurante a comer y pedimos bandeja paisa y de tomar pedimos una botella de old par es problema de nosotros.
La cultura colombiana de la cual me siento orgulloso viene desde los dientes de oro y el sombrero de paño de mi abuelo Manuel, de las botas texanas con cuero de vaca y el carriel Jeriquano de mi tío Ruperto, del anillo de oro con piedra roja de mi padre Antonio; Entonces pa` rematar con toda cultura… la plata es como la barriga! No la esconde nadie y menos si es honradamente ganada y no la gastamos como nos da la puta gana.
Argiro Castaño