Por: Fernando Álvarez
Al estilo de su principal áulico Jorge Gómez Pinilla, que no tuvo impedimento ético para inventar una perversa historieta según la cual la hija de Rodolfo Hernández, secuestrada hace 18 años y desparecida hasta el día de hoy, estaba viva y se encontraba en un hospital siquiátrico, Daniel Coronell Castañeda, en su guerra sucia y en ejercicio de su rol de comandante en jefe de las bodegas petristas no encontró rémora para inventar una supuesta reunión del Rodolfo Hernández con la multinacional farmacéutica Pfizer, en un yate en Miami para hablar de negocios. La Pfizer desmintió enfáticamente la afirmación de la revista Cambio y de su flamante director, en la que afirmaban que el sr. Christopher Ariyan, country manager del Clúster Andino, habría estado con el candidato presidencial Rodolfo Hernández en el tal yate. La firma alemana negó que hubiera existido reunión en esta o en otra ocasión y lamenta que se use su marca con fines políticos o económicos.
“Coronell nunca había caído tan bajo” dicen algunas periodistas que confiesan que lo admiraban hasta hace poco pero que ahora se les ha ido para el piso, porque en su desesperación ha dejado ver que es capaz de todo y no respeta, ni repara en nada. La guerra contra Vicky Dávila, Darcy Quinn y María Andrea Nieto deja ver la capacidad de retaliación y venganza de Daniel Coronell y las periodistas expresan su preocupación por el canibalismo que introducen estas prácticas en la profesión. Algunas de ellas lo defendían cuando se narraba la calidad humana de un tipo que dejaba a su madre esperando todo un día en la puerta del Noticiero Nacional y la regañaba por llegarle a su trabajo sin avisarle antes. La misma Vicky Dávila dijo que era inaudito que se metieran con su madre, cuando en realidad lo que el artículo pretendía era reivindicarla ante el maltrato misógino de años atrás.
Pero parece que una a una las periodistas, la siguiente será Jessica de la Peña, quien a la fija quedó en capilla por haberse deslindado del petrismo, van cayendo en cuenta de la condición de un personaje que por sus aspiraciones de magnate de la prensa en Colombia a toda costa recurrió incluso a los dineros del Cartel de Cali por medio de su testaferro “El Bandi”, César Villegas Arciniegas, a quien le pidió la plata, pero por requisitos de la licitación debió quedar en cabeza de Coronell, Felix de Bedout y otros socios para que su director pudiera mostrar solvencia. Años después “El Bandi”, Villegas contaba con amargura, cuando cayó preso por el proceso 8.000, que su socio Daniel Coronell, lo había tumbado y se quedó tramposamente con su dinero. Era el capital semilla de un periodista de provincia, que hasta ese momento era un “patirajado”, como lo definían quienes se burlaban de su arribismo porque se avergonzaba hasta de su origen humilde al punto que no daba el teléfono fijo para que no identificaran que vivía en el sur de Bogotá.
Valientes estas periodistas que se han atrevido a enfrentar a un fabricante de calumnias y odios que ha sido capaz de arrodillar a los medios donde ha trabajado, hasta el punto que se han hecho los de la vista gorda frente a su esencia de narcoperiodista, porque temen sus represalias. Saben de lo que es capaz. Grandes empresas que por infracciones menores han sacado a sus periodistas por casos como el de los que asesoraron al dueño de la pirámide DMG, a quienes les pidieron la renuncia aunque fueran prestigiosos comunicadores o humoristas cotizados. El velo se comenzó a romper con la periodista Paola Ochoa que casi contra su voluntad se vio obligada a denunciar el maniqueísmo de Coronell, quien en su antiuribismo enfermizo fue capaz de llevarse de calle a alguien cercano a la periodista sin ninguna consideración humana, moral o jurídica.
Coincide esta andanada contra las famosas periodistas, en su mayoría destacadas reporteras que han destellado gracias a su talento y destrezas comunicacionales, que además cuentan con un alto nivel de presencia escénica que las ha llevado a grandes momentos en la pantalla o en la radio, con el comentario degradador y machista realizado por Verónica Alcocer, esposa del candidato del Pacto Histórico, en reuniones de estrategia reveladas por la revista Semana donde se diseña la forma de acabar el prestigio de los contendores a punta de calumnias y difamaciones que deben repetir hasta lograr “quemar” a sus contrincantes. En sus reuniones con tono de jefe despiadada afirmó que las periodistas llegan a los medios para ascender acostándose con los dueños. Esta coincidencia no es gratuita si se tiene en cuenta que la campaña de Gustavo Petro tomó la decisión de desprestigiar a las periodistas más prominentes en la actualidad que se atraviesen de alguna manera en su carrera hacia la presidencia.
Aunque al final de la semana comenzó a circular el rumor de que estas guerreras periodistas blancos de Coronell, por estrategia de la campaña de Petro y porque su principal escudero las tiene en la mira, no deberían preocuparse por que la aspirante a primera dama por el pacto diabólico, Verónica Alcocer se refería principalmente a la Tata Uribe, María Cristina Uribe, quien es la única que se conoce que ha llegado al medio y después se ha casado con el director del noticiero, su jefe perpetuo Daniel Coronell. Pero ellas siguen preocupadas porque si bien se han casado con empresarios que no tienen que ver con los medios y son exitosas y, como dirían las señoras bogotanas, bien casadas, no saben si la Alcocer va a por ellas cuando sea primera dama o si les siente envidia. Porque ellas creen que en ese caso les hubiera ido mejor si cogido el camino de enamorarse de guerrilleros como lo hicieron la propia Alcocer, o en su momento Patricia Lara y María Jimena Duzán, con Jaime Bateman o Silvia Duzán, su hermana, con el narco Carlos Ledher o Laura Restrepo con Antonio Navarro.