Por: Andrés Villota
El gobierno de Gustavo Petro es percibido por los colombianos como el más corrupto, muy por encima de los gobiernos de Ernesto Samper y de Juan Manuel Santos y, en los mercados financieros mundiales, es percibido como una cleptocracia con tendencia a convertirse en vitalicia.
Esa es la principal razón por la que el pueblo colombiano se opone a la Reforma Pensional. Considera que Gustavo Petro y todos sus secuaces, se van a apropiar de su ahorro pensional para dejarlos sin recibir una pensión en el futuro. Sin embargo, desgraciadamente, el ahorro pensional, desde hace rato, antes de Petro, ya se lo entregaron al Estado.
Se lo entregaron porque, se inventaron, contra toda evidencia, que prestarle plata al Estado era una buena idea por tratarse de una inversión “segura” en el largo plazo, condición necesaria para que en el momento de recibir la pensión la plata estuviera ahí, disponible, porque el Estado, fijo pagaba.
Los analistas económicos de la época, se inventaron que el instrumento por excelencia para inversiones a largo plazo, ya no eran las acciones, sino bonos de deuda pública interna emitidos a 15 o 30 años. Hirieron de muerte a la financiación de las empresas privadas a través de las Bolsa de Valores, cómo ocurría en el mundo desde el Siglo XVIII.
En la Bolsa de Valores de Bogotá, por ejemplo, desde su fundación en 1928, solo se transaban acciones y de manera marginal, instrumentos de renta fija. El bajo recaudo de impuestos, causado por la crisis de gobernabilidad del gobierno Samper, no permitía financiar a todo el aparato burocrático creado en la Constitución de 1991 y la solución fue endeudarse.
Los TES, resultaron siendo lo más seguro, con base a la narrativa oficial que afirmaba que el Estado no se quebraba, pero las empresas privadas sí se podían ir a la bancarrota. Me acuerdo, perfecto, cuando mis colegas más veteranos, advertían sobre la bomba de tiempo que se estaba creando al reemplazar a las acciones por los TES de largo plazo.
Como era tan seguro prestarle plata a Colombia, el inversionista no podía esperar un rendimiento alto. El costo financiero del Estado bajó e infundiendo temor entre los inversionistas, estaba asegurada la financiación porque el rendimiento, hábilmente, lo hicieron pasar a un segundo plano. Lo importante era no asumir riesgo alguno.
No se asume riesgo, dicen, porque Colombia nunca ha dejado de pagar sus deudas, nunca ha entrado en default. Y, desde el siglo pasado, los que defendían figuras ineficientes y corruptas como el Seguro Social-Para Siempre (así se llamaba), decían que nunca iba a desaparecer porque el Estado nunca se quiebra y es el dueño de la imprenta para imprimir los billetes sin respaldo para poder pagarlo todo.
¿Qué prefiere? Comprar acciones, obtener rentabilidades muy altas pero que la empresa no exista dentro de 30 años o comprar TES e ir a la fija, fue el maniqueo planteamiento que se le hacía a los trabajadores al momento de escoger el portafolio en el que iban a invertir su ahorro pensional.
Una buena prueba de que el gobierno no tiene una caja infalible, fue cuando el presidente, Belisario Betancur, en noviembre de 1982, anunció que Colombia renunciaba a ser la sede de la XIII Copa Mundial de Fútbol de 1986, porque, básicamente, el Estado colombiano era extremadamente pobre y no contaba con los recursos necesarios para poder cumplir con los requisitos de infraestructura y logística, exigidos por la FIFA en ese momento.
La plata, al Estado colombiano, siempre se la habían prestado los bancos internacionales mediante créditos sindicados y, de manera marginal, se había endeudado localmente con personas acaudaladas como Judas Tadeo Landinez y José María “Pepe” Sierra, entre otras cosas, porque el Estado colombiano era pequeño y no demandaba enormes cantidades de capital para su funcionamiento.
El Día de los Santos Inocentes de 1990, se promulgó la Ley 51, “por la cual se autorizan unas operaciones de endeudamiento interno y externo de la Nación; se autorizan operaciones para el saneamiento de obligaciones crediticias entre entidades públicas; se otorga una facultad y se dictan otras disposiciones”
Ese día, a solos pocos meses de haber iniciado su gobierno, el socialista, César Gaviria Trujillo, daba inicio a la vorágine del endeudamiento local de los colombianos. Para hacerle el quite a la deuda, lo primero que hizo, fue endeudarse para poder pagarle las deudas al Banco de la República, pidiéndole plata prestada a los colombianos, vendiéndoles TES Clase A.
Cómo si el Banco Central de Colombia no fuera del Estado colombiano sino una entidad de carácter privado, a la que se le pedía plata prestada como a cualquier banco comercial, se le encomendó la administración del endeudamiento que, desde ese momento, empezaba a pagar la nación. Léase todos los colombianos.
Durante el gobierno socialista obrero de Ernesto Samper, se creó un mercado de deuda pública, necesario para poder financiar la demanda de capital intensiva para cumplir con el pago de toda la burocracia que se había creado con la Constitución de 1991, una oda al clientelismo disfrazada de Constitución del avant-garde hispanoamericano.
Ese mercado de deuda pública se volvió muy atractivo para los bancos comerciales que, empezaron a preferir prestarle plata al Estado y no a los empresarios, sumado a que, algunos de esos bancos, entraron como grandes especuladores, usando los depósitos de sus clientes para apalancar enormes posiciones que representaban significativos ingresos, en algunos casos, superiores a los recibidos por su actividad bancaria tradicional.
Los dividendos pagados por las empresas privadas que cotizaban en la bolsa, tienen rendimientos altos que reflejan el crecimiento real de la producción, de los ingresos y de las utilidades corporativas. El Estado no tiene nada para mostrar porque es un ente improductivo que se endeuda para gastar de manera inútil.
Leticia y Juana, las tías de mi abuela, se vestían de manera elegante porque era todo un acontecimiento, ir al Banco de Bogotá a recoger los dividendos que les pagaban de las acciones que les había regalado su tío Pedro, cuando las bautizaron. Nunca las vi saliendo a cobrar su pensión porque, evidentemente, no tenía ninguna relevancia, ni importancia, hacerlo. Lo que recibían por dividendos era muy superior a lo que recibían por su pensión.
Si alguien hubiera comprado 1.000 acciones de Amazon, por ejemplo, en 1997 a $18 dólares americanos por acción, hoy tendría $2’000.000 millones de dólares americanos. Obviamente, una suma infinitamente superior, si esa misma persona hubiera comprado el equivalente a las 1.000 acciones de Amazon (USD$18.000) en Bonos del Tesoro de los Estados Unidos.
Hábilmente, Gustavo Petro, nombró como encargado de Crédito Público a un ex corredor de bolsa que, por lo visto, mantiene unas magníficas relaciones con sus amigos en el mercado, vendiéndole los TES, sospechosamente, a precios que son inmunes a la tragedia política, cómo si Colombia fuera Suiza.
Ante el saqueo inclemente a las arcas públicas, ante la debacle de la economía colombiana, ante el éxodo masivo de la fuerza laboral colombiana, cabe preguntarse de dónde va a sacar el Estado colombiano los recursos para poder pagar todas sus deudas o qué tan seguro puede ser prestarle plata al gobierno de Gustavo Petro para que los colombianos se puedan pensionar en el futuro.
La Contra Reforma Pensional es comunicarse mañana mismo con el administrador del fondo en el que tiene su ahorro pensional, cambiar el perfil de sus portafolios de inversión y pasarlos a acciones, mientras lo puedan hacer. Es la única forma de quitarle la plata al Estado colombiano. Y si tiene sus ahorros en Fondos de Inversión Colectiva, especializados en invertir en TES, cámbialos a fondos especializados en acciones o en otro tipo de activos financieros. Las criptomonedas no son una opción.
Es evidente que el mundo va a volver a las monedas respaldadas en oro y, ese día, el costo financiero va a tender a cero porque el dinero deja de perder valor en el tiempo. Las bolsas de valores van a volver a ser las reinas del mercado, dejando al mercado de deuda pública en el olvido absoluto. Compren acciones y van a poder disfrutar de una renta, desde antes de pensionarse, esa es la verdadera reforma pensional.