Por: Roberto Trobajo
Nos llegó Fico en el momento justo, crucial, cuando nuestra Colombia está al tocar fondo… en lo social y económico, porque ya el país no aguanta más presiones y hay que salir adelante, sobreviviéndonos.
Odios y rencores, no solo nos dividen, sino que acaban con lo esencial –vital- los valores humanos y la fe en que podemos lograr vivir como necesitamos y tanto merecemos.
Fico no es un Mesías, era Jesús, nuestro Fico lo que es un colombiano de bien al que le duele Colombia.
Él, Fico, es un paradigma de persona con don de gente, un humanista, un hombre que piensa en todos, anhelando sueños compartidos por las mayorías.
Cuando le dice a los jóvenes que no pierdan los sueños incita a que se recupere la confianza con hechos reales, dejando claro que aunque existan dolores hay que sobreponerse y respetando las diferencias, es que se logra ver que son más las cosas que nos unen… lo que nos puede hacer creer en la certeza de que vamos a lograr ir avanzando.
Hay que derrotar a los resentimientos, exacerbados por hipócritas que se la dan de progresistas y que realmente son unos populistas egoístas que están ávidos de poder.
Esos-Esas que tratan de imponernos un relativismo asqueroso como el que las víctimas cuentan menos que los victimarios, esos delincuentes a quienes le ofrecen un “perdón social” que deviene en cachetada a los que han sufrido y una escupida a la justicia.
Estos descarados, desalmados, oportunistas que invitan a vivir sabroso, gozando sin trabas ni obligaciones, a costa de un Estado que está muy endeble y lo quebrarían, para luego arrojarlo a las garras de potencias globalistas como Rusia y China, tal y como están de llevados cubanos y venezolanos.
La supuesta izquierda, “progre”, cada vez más cínica, es un cáncer que carcome, asesinando éticas, destruyendo civismos, corrompiendo, empujando a que los depredadores acaben con emprendimientos sociales.
Esa izquierda que escaló en la política y se coló en los Medios, le está tomando el gusto al poder –tanto- que embriagada va por todo, pero para algunos pocos que tienen elegidos en un macabro Pacto que moviliza manipulando mentes débiles a las que enceguecen.
Fico es el antídoto para los odiadores que atizan divisiones entre la gente, dañando amigos y familias, pudriendo a la sociedad, saboteando instituciones, dinamitando al país… que venía bien antes de la pandemia y que a pesar de tantos pesares no está tan mal que impida logremos hacerlo mejorar.
Hoy debemos volver a los valores del respeto, de la educación, de la cultura, del interés por trabajar duro para progresar, teniendo en cuenta más responsabilizarnos con los deberes para merecer disfrutar de nuestros derechos.
Respetando, nos respetamos; trabajando es que prosperamos, unidos, y es lo que propone Fico… quien no anda prometiendo, por sincero, frentero, transparente, honesto; es que político que promete, miente, y Fico no es de esos.
Fico es de confiar. Habla claro, con franqueza y seguridad, es analítico y tiene visión al proponer cosas viables para dar soluciones.
Es realista, pragmático, racional, experimentado en gerenciar dando resultados –vean la Medellín de Fico-, él es el líder que necesitamos para crecer, evitándonos saltar al vacío y luego vernos iguales o peores que los vecinos.
Máxime cuando vemos que él no tranza principios, rechaza corruptos, defiende la democracia y libertades.
Los populistas prometen. Los populares proponen y la gente lo sabe, intuyen, y es por eso que Fico cada día recibe más apoyos y abrazos.
Fico es de los líderes que impulsa Dios en medio de las crisis, emergiendo desde las personas que anhelan cambios para el bien de todos; de ahí que muchos, mayorías, millones, lo sientan el presidente de la gente. Fico es el tipo. Bienaventurados somos.