Las últimas elecciones de alcaldes celebradas en octubre de 2019, arrojaron resultados ambiguos en las principales ciudades del país.
BOGOTA, MEDELLIN y CALI eligieron a políticos de muy diverso perfil, todos ellos con inclinaciones hacia la llamada izquierda radical. Los tres alcaldes han escogido durante su gobierno una narrativa populista de corte demagógico para justificar sus decisiones político-administrativas.
Para desfortuna de los ciudadanos y de los alcaldes aquí mencionados, del año y medio que llevan de gobierno, algunos hablan de desgobierno, solo los tres primeros meses de administración fueron normales, es decir, sin conflictos locales y en medio del “Estado de Gracia” que acompaña a los elegidos al iniciar sus mandatos.
La crisis sobrevino al cuarto mes de gobierno, cuando llegaron al mismo tiempo pandemia, desempleo, pobreza y seguridad alimentaria entre los asuntos más visibles.
En las tres grandes ciudades que albergan la cuarta parte de la población colombiana la crisis fue mayor ante la incapacidad de respuesta de sus alcaldes.
Y como lo anterior fuera poca cosa, la extrema izquierda organizó en abril el paro con su bloqueos y manifestaciones violentas que tanto daño han hecho a todos los Colombianos.
Los tres alcaldes trataron de capitalizar a su favor las manifestaciones, que incluían a los jóvenes que querían mostrar su inconformidad y dejar un testimonio de rechazo a la corrupción, a la violencia del narcotráfico y a distintas decisiones del gobierno nacional, en los más variados temas, entre otros las reformas tributarias y de la salud.
Lo cierto es que las protestas se salieron de las manos de quienes se autonombraron organizadores de las mismas, lo mismo que de los alcaldes. Hoy vemos los resultados nefastos de la violencia de muchos de los participantes de las marchas, al tiempo que observamos como los auspiciadores de las protestas empiezan a sentir el peso de la responsabilidad de sus actos, al punto que los ciudadanos los señalan como propiciadores de la violencia y los saqueos que se han presentado en mes y medio de las jornadas de protesta.
A todo esto hay que agregar la visible falta de liderazgo de los alcaldes en BOGOTA, MEDELLIN y CALI, donde éstos brillaron por su ausencia, dejando la ciudad en manos de los violentos, creyendo que con el silencio cómplice obtendrían el apoyo ciudadano; no obstante pasó exactamente lo contrario.
No es sino ver las encuestas para concluir que los alcaldes de las capitales fracasaron en su estrategia para enfrentar marchas y bloqueos y se constata que el balance para estos mandatarios es negativo, preocupante, pues han dejado en crisis a las ciudades que gobiernan.
El estruendoso fracaso en los temas cruciales que enfrentan los alcaldes de las tres principales ciudades, da cuenta del tremendo error de los gobernantes que no solo se equivocaron en materia grave al enfrentar el paro y las propuestas, sino que deja muy claro que su inexperiencia y las medidas improvisadas, en nada disminuyeron la violencia vista en las calles.
En las ciudades mencionadas, tristemente hay que concluir que, además de las secuelas que han dejado las marchas, continúa la corrupción, la pobreza y la falta de atención alimentaria, temas que hacen estragos en la mayoría de los barrios de las ciudades que dirigen los tres alcaldes de la llamada izquierda radical.
LUIS ALFREDO RAMOS BOTERO
Junio 18, 2021