Por: Néstor A. Laso
Hace bastantes años, 21 en concreto, comenzó mi vinculación con Colombia, inicialmente personal y después extendida a lo político, no ajena a exponer durante este tiempo periodísticamente tanto en medios españoles como colombianos, mis opiniones sobre lo que acaece social e institucionalmente en mi país de adopción.
La política en casi todo lugar y momento, desazona y provoca sentimientos de ingratitud. Creí que la española era la peor de todas, pero después de experimentar con la colombiana durante más de ocho años, ésta absolutamente la supera con creces, en no ser algo recomendable.
La corrupción, el nepotismo y la relación política – negocios – narcotráfico, es algo habitual en Colombia. Corrupción, de momento presunta, que ha afectado y cuestionado reciéntemente a figuras del alto gobierno colombiano, que al parecer como el Arzobispo de Bogotá, Pedro Rubiano, dijo del expresidente de aquel país Ernesto Samper en su día, tenía un elefante en el salón de su casa y no lo llegó a ver. Símil para referirse al parecer según medios colombianos a la presunta financiación electoral de su campaña por el narcotráfico. No obstante en su defensa esgrimo que igual, efectivamente no atisbaron la presencia del elefante, solo depende de para donde dirigían la mirada…..…
Sin la política o narcotráfico, no se entenderían algunas de las muchas fortunas económicas que existen en dicho país iberoamericano, con apariencia de florecientes negocios, a lo largo de la historia patria.
Ello unido,uno, a los privilegios inadmisibles e insultantes que reciben los congresistas, que ganan treinta y cinco veces el salario mínimo mensual de cualquier trabajador colombiano más extras y por tanto mucho más que sus homónimos europeos, que ostentan en sus países nivel de vida más alto que en el iberoamericano y dos, a las prácticas de los dirigentes regionales de turno a lo largo de la historia, enriquecidos por la corrupción, la autocontratación, etc.
Un congresista cafetero gana al cambio ocho mil euros mensuales y el salario mínimo de aquél país, que lo percibe el 70% de la población trabajadora formal, es poco más de doscientos euros. Es decir cuarenta veces más, en España sólo seis veces. Mis lectores opinarán, si eso que reciben los congresistas colombianos es propio de un país serio, que anteponga los intereses de los ciudadanos a los de sus representantes políticos. Salarios estratosféricos e insultantes en un país de altos niveles de pobreza, que por extensión perciben los altos funcionarios del país (magistrados de altas cortes, etc.), que por mandato constitucional no pueden ganar menos que los parlamentarios. Todos ellos, millonarios por decreto a costa del sufrido pueblo colombiano y consentido por el actual Gobierno Duque.
Congresistas colombianos, a lo largo de la historia, beneficiados con todo tipo de lucros auspiciados por el gobierno de turno, incluidos los famosos y nauseabundos “cupos indicativos “. Para que el lector español conozca, son porcentajes de comisiones habituales establecidas a favor de dichos parlamentarios por gestionar y conseguir ante el Estado inversiones para Gobernaciones o Alcaldías, normalmente correspondientes, a su origen territorial. Muchas de ellas, todavía tienen instalado en sus territorios, el cartel de lo de próxima construcción de una carretera, o de un puente o acueducto, etc., a pesar de haber transcurrido muchos años y el camino de ganado y sus huecos, todavía ahí siguen, sin hacer la ansiada y ya cara, carretera. A buen entendedor pocas palabras bastan.
Prácticas rechazables en un país donde el 70 % de la población apenas gana un salario mínimo al mes, poco más de doscientos euros, al cambio, antes dicho. Pero esa pobreza, no la va eliminar la izquierda ávida de poder, a la que las encuestas le dan la favorabilidad para estas próximas elecciones del 2022. Eso parece meridianamente claro para casi todos los analistas. Pues son los primeros que sus congresistas no renuncian a rebajarse sus emolumentos.
Curiosamente, las estadísticas del DANE, organismo estatal colombiano, dicen que Colombia apenas tiene un 11 % de desempleo, es decir menos que muchos avanzados países europeos. Increiblemente,estábamos ante una potencia mundial, con un nivel de desempleo inferior a España y otras economías punteras y no estábamos enterados.
Evidentemente esa tasa no es real, a pesar de que oficialmente se trate de hacer valer, ocultando la evidencia de que la informalidad laboral, también según dicho organismo estadístico referido,de lo que en España llamamos economía sumergida, está sobre el 50 % de la población en edad de trabajar.
El Gobierno Duque, que claramente traicionó e instrumentalizó para sus aspiraciones electorales a las bases uribistas, olvidándose después de las siglas con las que fué elegido y eso siempre se paga en las urnas y a la hora de participar en campañas electorales, se alió y conformó su ejecutivo con santistas, amigos de Universidad o del BID donde trabajó y con políticos que llegaron a su gobierno, quienes según prensa colombiana presuntamente beneficiaron con contratos de miles de millones, a clanes empresariales. Otro de los casos de mayor repercusión es la expropiación de una empresa española vinculada al Canal de Isabel II de Madrid,para después enajenarla a empresarios locales, en una operación poco transparente según publican medios de comunicación españoles.
Algunos de estos políticos y negociantes o ambas cosas a la vez, incluidos empresarios reconocidos o magistrados corruptos, incluso tienen o han tenido suprimido su visado de entrada o están llamados en extradición por los Estados Unidos, por origen cuestionable de sus fortunas en muchos de esos casos. Porque lo de la justicia corrupta colombiana, con el famoso Cartel de la Toga, al frente, merece un estudio aparte, dado su elevado nivel de putrefacción a todos los niveles. Los fallos judiciales de dicho cártel eran objeto de compraventa como las patatas o los frijoles en un supermercado, es decir, a peso.
Los más importantes más caros, los domésticos, más baratos. Pero hablamos en muchos casos de cantidades que superan los miles de millones de pesos colombianos, es decir, más de un millón de euros, llegó a haber por sentencia prevaricadora, según medios colombianos. Recordemos, que el salario mínimo mensual de un esforzado trabajador colombiano, apenas supera los doscientos euros mensuales. Y a los políticos, todo esto les da igual.
Según se publica, en medios locales e internacionales, casi todo se compra y casi todo se vende en la res publica de Colombia, rescoldos de podredumbre de una sociedad invadida por el narcotráfico rampante y este estigma no solamente no ha desaparecido sino que parece que se ha enquistado en el acervo consuetudinario del país. La corrupción en la Colombia no eliminada por el gobierno Duque, se ha vuelto endémica y enfermiza, en estos últimos retazos de su mandato, según publican medios colombianos.
Ya sean políticos de derecha, centro o izquierda, son en la mayoría, gracias a Dios no todos, poco recomendables para administrar un país. Algunas excepciones hay, pero pocas.
A muchos de los políticos colombianos les pierde el interés y su ambición por los contratos y las success fee (comisiones). Al final, muchos de los integrantes de la oposición de izquierda, tras nunca haber gobernado el país en la historia de Colombia, aunque algunos con tristes experiencias como mandatarios locales o departamentales, querrán sustituir a los de derecha, para acceder a privilegios y no para mejorar la vida de las clases populares, sino la suya propia. Nada nuevo. Esa es la política colombiana de siempre. Y mientras, los humildes colombianos trabajando de sol a sol, para sacar adelante a sus familias, subsistir a duras penas y/o pagar impuestos, para sostener a esta impresentable y ambiciosa clase política que tienen, a la vez que éstos se lucran u ocupan en cargos a parientes o a compromisos políticos clientelistas. Todo ello con descaro.
Es conocido, el precedente peligroso acreditado en muchos casos, de algunos de los actuales opositores de vivir con grandes lujos y mansiones o contando fajos de billetes sacados de bolsas, exclusivamente con el único objetivo de acceder al poder y a las prebendas inherentes al mismo.
El país y sus clases desfavorecidas son meros instrumentos de su discurso demagógico. En fechas recientes, algún reconocido político de la izquierda colombiana, manifestó que “ no se metió en política para perder el tiempo “. Hagan ustedes su análisis, de a qué se refería con esa expresión.
Preocupa mucho el exceso de mimos y de cariño del PSOE y UNIDAS PODEMOS y los integrantes del Gobierno español, con Pedro Sánchez a la cabeza, con alfombras rojas incluidas, nunca mejor dicho, para con el líder izquierdista colombiano Gustavo Petro, durante su reciente visita a España,visita a renovar ahora en los primeros días de febrero.
Me vino a la memoria, los buenos tiempos y exceso de complicidad de Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, etc. o de Rodríguez Zapatero con Chavez y Maduro y de la génesis y motivación última de su malévolo proyecto político para España. Ojalá que la Colombia petrista, de llegar a gobernar la izquierda colombiana, no sea el nuevo “ El Dorado “ y retiro de oro de algunos políticos de izquierda española y no lo digo sólo por el aeropuerto bogotano.
No me interesa de la Colombia política, los ingratos, que son muchos. La otra, la de la gente buena y de la ciudadanía sufridora mayoritaria, ahí siempre me tendrá a su disposición de por vida. Soy colombiano del común como ellos, con el conocimiento suficiente de sus políticos, para decir que la mayoría no son de fiar, salvo, insisto, excepciones.
De tal manera esto es así, que no voy a apoyar en España a ningún candidato presidencial ni a partido político alguno para las próximas elecciones presidenciales y a congreso de este 2022, salvo a la Curul de Colombianos del Exterior, donde tengo muy claro a quien no respaldar. Bien porque unos, tanto a mi como a mucha gente que les aupó, les han maltratado, defraudado, utilizado y decepcionado, o bien porque en el caso de otros, mi coherencia personal e ideológica me lo impide. No soy ni oportunista político ni me arrimo al sol que más calienta si ello traiciona mis ideas. Simplemente, no necesito la política para vivir, subsisto gracias a mi trabajo.
Siempre estaré agradecido a Álvaro Uribe, a quien aprecio y tengo afecto en lo personal. Le deseo lo mejor. Es injusta su situación judicial. No tengo dudas que es uno de los mejores estadistas latinoamericanos de todos los tiempos. Y tardará muchas generaciones que en Colombia haya otro de su nivel y enjundia.
No descubro nada novedoso si digo que el verdadero cáncer de Colombia, son sus políticos y sus funcionarios corruptos, de casi todas las ideologías y formaciones políticas, habituales muchos de ellos en sus coqueteos con el delito y el nepotismo.
En un país serio, estarían muchos de ellos en la cárcel. Y miren que ya hay.
Pero tristemente Colombia, todavía no lo es y difícilmente así será respetado internacionalmente, con tanto político – negociante rigiendo lo público para beneficiarse en lo privado. Siempre seguirá siendo entendido como un territorio simpático con mucha rumba, buenos paisajes y playas, para visitar turísticamente de vacaciones y forjar inversiones carentes de rentabilidad, en muchos de los casos. En otra columna hablaré de las malas experiencias inversoras de las empresas españolas en Colombia. Pues los gobiernos locales,departamentales y el nacional suelen prometer a los inversores internacionales una cosa y luego hacen otra muy distinta, creando una gran inseguridad jurídica. Hay muchos casos y muchas empresas españolas en Colombia que obtienen muy bajas rentabilidades o simplemente logran pérdidas.
Todo ello aderezado con un narcotráfico e inseguridad galopante que incluso está aumentando y parece que no se le pone coto, eso es lo que desgraciadamente se percibe realmente todavía del país en el exterior. Esa es la realidad y que estimo indiscutibe e irrefutable, los datos reales cantan no los maquillados.
Sé que algunos no compartirán esta opinión y les saldrá a relucir su orgullo patrio de ¡ oh gloria inmarcesible ! y se rasgarán las vestiduras. Es duro decir lo expuesto, pero al menos esa es mi valoración después de una vasta experiencia de más de veinte años vinculado a Colombia y ser espectador de lo que allí pasa, casi diariamente. Si se quiere maquillar la evidencia, no hay problema, Colombia es también la tierra de las vanidades.
Por último, quiero aprovechar a través de estas líneas para enaltecer a la gente buena de Colombia, que la hay y en grandes cantidades, muy sufrida desgraciadamente por las acciones de unos políticos desleales, abusadores del erario público y egoistas que no se merecen.
Algo mal hace o tiene Colombia, que aleja a los que más la quieren.
El Gobierno de Iván Duque, sus valedores y los que en su día convencieron a Álvaro Uribe de cometer un gran error designándolo como sucesor de sus banderas, que estoy seguro no ensombrecerán sus excelentes ocho años de gestión de gobierno que sacaron al país de ser un Estado fallido, tendrán que rendir cuentas ante la historia y ante Colombia, por haber consentido lo anteriormente expuesto y por ser los artífices con su gestión de lo que se avecina en el 2022, que puede poner a Colombia, a los pies de la izquierda de Gustavo Petro y lo que ello supone y en el mejor de los casos de nuevos partidos o coaliciones políticas, ajenos al legado de Álvaro Uribe Vélez, quienes ya han descabalgado al uribismo de su conformación.
Y todo ello, a pesar de estar este Gobierno advertido por muchos, entre ellos por este dicente, de que las cosas estaban mal enfocadas y que no iban por buen camino. Ver mi Carta abierta a Iván Duque en la prestigiosa web política digital colombiana Las2Orillas.co, del 28 de Mayo de 2020, en el ecuador de su mandato.
“ Soldado avisado, no muere en guerra”, dicho popular colombiano.
Néstor A. Laso Dosal, es Abogado, español y colombiano, dirige Bufete Laso Abogados, profesor universitario, conferencista y analista político.