Por: Laura Pinzón
En griego, clepto significa robo y cracia forma de gobierno. La RAE por su parte, define cleptocracia como “el sistema de gobierno en el que prima el interés por el enriquecimiento propio a costa de los bienes públicos”, lo que en suma entonces, representaría el gobierno de los ladrones.
Dicho esto, sin duda podríamos ubicar a los diferentes sectores de la sociedad colombiana en su praxis, no precisamente dentro de la “forma de gobierno del pueblo y por el pueblo”, sino al concepto primero. Pues, sin importar la categoría social, estrato, trabajo, sexo, procedencia, etc, algunos compatriotas se erigen como dignos representantes de la bajeza que representa la falta de valores éticos y búsqueda enfermiza de poder en diferentes niveles que al final, favorecen al más vivo y agobian al justo.
Y, es que aquel que la practica solamente necesita traicionar como Calígula, tener delirios de grandeza como Napoleón III, usar la religión como el papa Juan XII, aprender de la avaricia de Mugabe, trastornar las leyes como Biya, ser dictatorial como Hitler, silenciar como Kim Jong Un, convertirse en mitómano como Petro o simplemente, corromperse a sí mismo.
A saber, muchos dirían que el fin justifica los medios… “Pero es que yo necesitaba esa plata”, “es por el bien de todos”, “no se puede permitir que él/ ella quede ahí”, “confíe que está del lado correcto”, “no le va a pasar nada si lo hace”; en fin, un sin número de premisas falsas que solamente apelan a corromper a otros para invitarlos a hacer parte del gran círculo de la miseria moral.
Así pues, considero que esta semana otra podría ser mi opinión pero, es que todo lo que sucede a diario en nuestro país lo encierra este amplio término, analicemos: la inseguridad de Colombia porque se prefiere acaparar redes con el populismo y las mentiras que buscar soluciones, la corrupción de funcionarios públicos, que anteponen sacar tajada para asegurar una buena pensión, mantener una apariencia de “familia bien” o pagar favores, que brindar estabilidad a la sociedad o, la maldita cultura donde el chisme abunda más que la preocupación por la vida propia.
Por tanto, si usted quiere salir de “la rosca”, no sea un cleptómano, sea un ciudadano que actúa con principios así lo rechacen o le hagan pitorreos, que al final, vale más el deber cumplido con honor, que la actuación creada con embustes.