Es paradójico. En muy pocas oportunidades la alcaldesa Claudia López dice la verdad y se sintoniza con la realidad de Bogotá. Lo hizo en un consejo de seguridad en Kenedy: ‘Algunos Venezolanos nos están haciendo la vida a cuadritos’, dijo, mientras respondia a las quejas ciudadanas sobre la creciente inseguridad y el asesinato de un ciudadano en Transmilenio.
Desde entonces voceros de todos los sectores y amantes de la corrección política la graduaron de xenofaba y buscan imponer su narrativa frente a la ola de inseguridad que azota a Bogotá y su relación con algunos ciudadanos venezolanos.
En el año 2018 el entonces Defensor del Pueblo Carlos Negret advirtió que Nicolás Maduro liberó y envió un grupo de presos a Colombia. En ese entonces cuando el gobierno Duque estaba concentrado en el llamado ‘cerco diplomático’ y entraron peligrosos delincuentes de grupos conocidos como ‘Pran’.
Dos de ellos fueron Hugo González Rico alias Kike asesinado en enero en Barranquilla y Edwin Soto alias el ‘Mocho Edwin’, capos de cárceles venezolanas.
En 2018 Defensor del Pueblo advirtió que Maduro liberó y envió presos a Colombia. Entraron peligrosos delincuentes de grupo conocido como 'Pram': Hugo González Rico alias Kike (asesinado en enero) y Edwin Soto 'Mocho Edwin', capos de cárceles venezolanas que delinquen en Colombia pic.twitter.com/hIfkuezezW
— Gustavo Rugeles (@GustavoRugeles) October 30, 2020
En Bogotá también hay presencia de bandas venezolanas dedicadas al narcotráfico y a la explotación sexual de migrantes. Se trata de ‘los Melean’ bajo el mando de Willy Melean y ‘Yeico Masacre’ organizaciones cuyas actividades ya han dejado 12 muertos en Colombia el último asesinado en un ajuste de cuentas en el barrio Centenario en la localidad de Fontibon el pasado mes de junio.
Según información de fuentes policiales estas bandas se disputan el microtráfico en barrios como Suba, Patiobonito, Fontibon, Engativa, Chapinero y Santa Fe.
Colombia ha sido un país solidario ante la tragedia de millones de personas desplazadas por la miseria socialista y eso no debería cambiar. Tampoco se puede ocultar que un porcentaje de esos venezolanos no son migrantes buscando ayuda humanitaria sino delincuentes de todo orden que operan en distintas regiones del país y tienen conexiones en la capital.