Por: Paola Holguín
En su primera columna del nuevo año para la revista Semana, el Almirante (RA) David René Moreno Moreno, quien fuera Jefe de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Militares y Viceministro de Defensa, hace una reflexión crítica sobre el cese al fuego decretado por Petro desde el 1º de enero al 30 de junio de 2023, en la que expone con muy buen rigor la larga historia de fracasos de las negociaciones entre diferentes gobiernos, iniciando con el de Belisario Betancourt, con la organización terrorista del ELN.
Concuerdo con el experimentado columnista en que, como ocurrió en el pasado, esta nueva fase de negociaciones será propicia para los propósitos de fortalecimiento de la organización criminal; aunque con amarga seguridad debo decir que los males de la búsqueda de la “paz total” de Petro, superará con creces la gravedad de cualquiera que hayamos experimentado antes, en la medida en que la inacción de las autoridades Militares y de Policía, por cuenta del cese al fuego, no sólo va a beneficiar a los elenos; el beneplácito gubernamental, que no es otra cosa que una licencia para delinquir, según anunció el propio Petro en su cuenta de twitter, cobijará a otras estructuras criminales, como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), la organización narcotraficante denominada Autodefensas Conquistadores de la Sierra Nevada (donde están algunos hombres que pertenecieron al grupo de Hernán Giraldo, que nunca fueron reconocidos como grupo armado organizado), así como las dos facciones armadas de las FARC, a cargo de los terroristas Iván Mordisco (el denominado Estado Mayor Central) e Iván Márquez (conocida como la Segunda Marquetalia).
Evidentemente el “pacto” de Petro con la criminalidad conllevará de forma irremediable a la claudicación de la institucionalidad ante los criminales, propiciando el fortalecimiento de su injerencia territorial en un momento clave en su esfuerzo por asirse del poder regional en las elecciones del próximo mes de octubre.
Esto se suma a la retórica y las decisiones de Petro, que desafían desvergonzadamente la autoridad de la ley y desequilibran los contrapesos institucionales a su favor; además, de usar absurdas diatribas para justificar la cocaína, atacar permanentemente a los sectores productivos, incitar constantemente al odio de clases, ordenar liberar a los implicados en actos de terrorismo a los que debe su actual dignidad, y autorizar de manera explícita que continúen los cultivos de coca; pero, definitivamente este pacto criminal con los carteles narcotraficantes que perviven y se fortalecieron desde el proceso de negociación de Santos, es el más peligroso de sus disparates totalitaristas.
Y aunque la Fuerza Pública nunca fue formalmente informada sobre el cese bilateral y el ELN salió a desmentir a Petro sobre ese anuncio; quedó clara la “intención” del Gobierno; con esta nueva e irresponsable improvisación.
La verdadera búsqueda Petro no es la paz total, sino el “poder total”, y está dispuesto a “licenciar” a cuanto criminal sea necesario para asegurárselo.
Postdata: a propósito de la fallida compra de la flota de aviones que reemplazarían a los Kfir, ¿a alguien le cabe duda de que se trató de una acción deliberada de Petro como parte de algún compromiso de debilitar las capacidades de interdicción de las rutas del narcotráfico? De algo debemos estar seguros, los Kfir saldrán de circulación, y difícilmente su reemplazo llegará mientras Petro sea el presidente y el narcotráfico siga siendo su ancla en el poder.