Por: Bernardo Henao Jaramillo
“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció” (Is 9,1), es la fe y la esperanza con la que debemos vivir el mes de diciembre que llegó y, como siempre, con él la época más esperada del año, la Navidad, la que nos ilumina y llena de ilusión y optimismo para enfrentar el año que se aproxima.
El 2021 ha sido un período difícil y triste por múltiples circunstancias, la más significativa la pandemia causada por el coronavirus. En Colombia, desde su aparición hasta el 2 de diciembre de 2021 se presentaron 5.074.079 casos confirmados de personas afectadas. Lamentablemente perdieron la vida 128 643. En el mundo más de 264.027.281 y 5.230.119 fallecidos.
Estas cifras dejan conocer una realidad impresionante. Es sin duda un virus mortal que acorraló a la humanidad y que, según los expertos , ha presentado multiplicidad de mutaciones en variedades. Las más recientes son Delta, de graves consecuencias, y Ómicron, que se descubriera en Suráfrica. Y ya se sabe de su presencia en Europa, Asia, buena parte de Suramérica, en Colombia se está constatando si llegó, Estados Unidos y en México ya se confirma un caso.
De todas formas, como toda Navidad entrega su regalo, Ómicron puede llegar a catalogarse como uno. En efecto, el profesor Karl Lauterbach, epidemiólogo clínico alemán, así lo anticipo y calificó que podría convertirse en un “regalo de navidad si causa una enfermedad más leve”. En sus palabras “Ómicron tiene tantas mutaciones, 32 solo en la proteína de pico, que es el doble que Delta, lo que significa que podría optimizarse para infectar y ser menos grave, en línea con la evolución de la mayoría de los virus respiratorios”.
Es bien sabido que toda situación, por grave que sea y parezca, trae también sus beneficios. El refrán popular no hay mal que por bien no venga nos comunica el mensaje que de cualquier contexto negativo debemos aprender, mantener el entusiasmo y salir avante, triunfar, seguir luchando por nuestros sueños, con lo que se termina refutando la ley de Murphy que indica que “si algo malo puede pasar, pasará”. Así debemos entender la pandemia que nos azotó.
Por supuesto que hay que ser optimistas y mirar con alegría el futuro. Es por eso que en la celebración que se avecina en estos días decembrinos aprovecharemos lo aprendido en el aislamiento y vamos a valorar y disfrutar en su real sentido las reuniones presenciales con la familia y con los amigos.
El nacimiento del Niño, es la razón de nuestra confianza en un mundo mejor, de la felicidad por la época navideña, de los reencuentros en los cuales recordaremos nuestras tradiciones. La más memorable, la que nos distingue, es el pesebre que disponemos en los hogares católicos.
A la par vienen las celebraciones. De la bella tierra boyacense nos llega la noticia, que nos entusiasma, de que vuelve a Tunja la tradicional festividad del Aguinaldo Boyacense en su versión 66. Así lo confirmó el pasado 30 de noviembre el alcalde Alejandro Fúneme González desde el teatro Colón de Bogotá.
Los alumbrados en las diferentes ciudades colombianas las embellecerán. Medellín y la zona cafetera compiten en mostrar la mejor iluminación. Corrales, uno de los pueblitos más lindos de Boyacá, es visitado en estas festividades por su esplendor y por supuesto por la inigualable originalidad de su luminosidad, la que le ha merecido gran reconocimiento nacional e internacional.
Sí el 2020 nos obligó a una navidad y año nuevo en total aislamiento, ésta lo será de celebraciones responsables. Compartiremos en familia, al lado de nuestros abuelos y todos nuestros seres queridos, las tradiciones navideñas, como el pavo, los dulces, la natilla, los buñuelos, admirando las luces del arbolito, repartiendo y destapando el aguinaldo, disfrutando la música de Pastor López, el inolvidable Buitraguito, los 50 de Joselito, Nelson Enríquez, Hernán Hernández, entre otros.
No puede faltar, por supuesto, el árbol de Navidad que por generaciones, en esta fecha, engalana las ciudades y especialmente, las casas. Nos trae el espíritu navideño que nos une y acerca a los demás y nos hace recuperar ese sentido infantil que dejamos de lado en el resto del año.
La tradición del árbol de Navidad se remonta, según los historiadores, al siglo VIII de nuestra era. El evangelizador San Bonifacio sostuvo tremenda discusión, propia de aquel entonces, sobre el valor sagrado del roble y, al parecer para demostrar que no lo tenía optó por cortarlo, lo que hoy sería un claro delito ecológico, un arboricidio. Los lugareños quedaron atónitos ante tan absurdo proceder pero Bonifacio les leyó el evangelio y les ofreció un abeto, que era tenido como árbol de paz que «representa la vida eterna porque sus hojas siempre están verdes y porque su copa señala al cielo”.
En fin, cierto o no, hoy los árboles de Navidad engalanan poblaciones y millones de hogares y con sus luces y esplendor nos dejan saber que estamos en época de amor, amistad y reconciliación, en búsqueda de la verdadera paz. Feliz Navidad para todos.
PILDORITA. Éxito total la organización en la ciudad de Barranquilla del Congreso Mundial de Juristas 2021. Contó con la destacada presencia del rey Felipe VI de España y del Presidente de Colombia, Dr. Iván Duque Márquez. A la cita concurrieron y participaron miembros de altas cortes, ministros, embajadores, fiscales y representantes de organismos internacionales, académicos, abogados, empresarios, activistas de derechos humanos y estudiantes. Felicitaciones Barranquilla.
Bogotá, D.C. diciembre 4 de 2021
BERNARDO HENAO JARAMILLO
Columnista de Opinión