Por: Salvatore Luchense
Estimado presidente Uribe, ante todo reciba un respetuoso y cordial abrazo; quiero o más bien, necesito hacer público mi análisis muy particular sobre su persona, como ser humano y como político.
Tuve el privilegio de conocerlo personalmente, conversar con usted en varias oportunidades y a pesar del corto tiempo de nuestras tertulias, pude compensar mi análisis con una excedentaria investigación de hechos tangibles en lo político y en lo personal.
Don Álvaro Uribe Vélez, usted y su equipo de trabajo en ocho años (7 de agosto de 2002/7 de agosto de 2010), lograron un cambio de ciento ochenta grados en nuestra hermana y amada por nuestro Libertador Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco, y por nosotros todos los venezolanos de bien, en la República de Colombia, cambio este por demás positivo, sin temor a equivocarme, remitiendome a pruebas palpables, tanto en lo social, económico y político, pero sobre todo devolviendole a los colombianos la paz que tanto anhelaban.
Dignificó a sus Fuerzas Armadas y policiales, logrando que prevaleciera el imperio de la ley “Regula Iuris”, ley y orden para todos por igual. Ahora bien, desde entonces ha sido perseguido injustamente y, hasta traicionado por algunos corruptos personeros que lamentablemente lo acompañaron en su imperfecta pero muy eficaz administración, como lo fue Juan Manuel Santos; me atrevo a utilizar el adjetivo imperfecto ya que para mi intelecto, perfecto solo lo es Dios y la Santísima Virgen María. Usted representa para los oligarcas- asesinos-guerrilleros narcotraficantes, un peligro pernicioso, a tal punto que el actual presidente de Colombia, me cuesta un montón llamarlo presidente, Gustavo Petro, pero bueno…, así lo decidieron democráticamente la mínima mayoría de los colombianos, está haciendo todo lo ilegalmente posible para encarcelarlo a usted; el “señor” Petro tiene a su servicio una jauría de togados dispuestos a profanar la vigente constitución de la República de Colombia, solo para alcanzar el sueño húmedo tanto anhelado por este personaje, con síntomas sine qua non, de un ¡sociópata narcisista!; me atrevo a diagnosticarlo ya que soy un estudioso empedernido de la criminología.
Además de estos síntomas irrefutables por la ciencia, el “señor” Petro demuestra en sus apariciones públicas, los síntomas inequívocos de una persona que padece de trastorno por consumo de sustancias (TCS). En mis más de 20 años de experiencia en el ámbito policial, tuve la oportunidad de entrevistar a cientos de infractores de la ley, bajo los efectos de sustancias psicotrópicas comprobadas mediante exámenes de sangre, sus actitudes corporales, los gestos, la acción y el lenguaje son muy similares en las apariciones públicas en su gran mayoría, del “señor” Petro.
Presidente Uribe, han y seguirán haciendo todo lo posible e imposible para silenciarlo; lo obligaron a abandonar su curul en el senado, creyendo que usted se iría al exilio forzoso, pero se equivocaron, todos los testigos estrellas del régimen de Petro, sus mentiras van cayendo como un castillo de naipes. La juez Sandra Heredia se desvive por ser su verdugo, ignorando los derechos fundamentales del proceso penal, solo para congraciarse con Zeus, el rey del Olimpo. Mi apreciado y respetado señor, usted representa el remedio eficaz comprobado con anterioridad, para curar nuevamente del odio, la desidia, la corrupción, la desigualdad, la anarquía, la injusticia, inoculada a la sociedad colombiana por estos seres de la oscuridad.
Considero que Colombia en estos últimos dos años, se ha convertido en el comodoro del holandés errante venezolano, su pacto con el maligno Nicolás es inquebrantable; llegan al poder a través del voto popular democrático, engañando a los ciudadanos con románticas promesas que jamás cumplirían ni cumplirán, lamentablemente sus discursos populistas vacíos de soluciones de fondo, penetran en la psiquis de los más vulnerables como una hermosa melodía al estilo del flautista de Hamelín, sin embargo considero que personas como usted, a Dios gracias, hay suficientes en Colombia para acompañarlo en esta titánica lucha. Don Álvaro, para finalizar mi tediosa pero sincera carta, quiero enfatizar mi agradecimiento infinito y su esfuerzo por su lucha democrática, no solo por el hermano pueblo colombiano, sino también por su inquebrantable lucha por mis coterráneos venezolanos, gracias por apoyar a María Corina Machado, gracias por dar ejemplo de dignidad, respeto y constancia, el pueblo se lo agradecerá, más bien ya se lo está agradeciendo.
Lo que pienso firmemente de usted como persona, ya que lo ha demostrado con creces, lo resumiré con tan solo tres palabras: Dios, Patria y Familia. Atte. Su amigo, abogado Salvatore Lucchese S.