Familia Gaviria Correa – Sofia Gaviria
En este día tan triste, recordamos las palabras de nuestro amado hijo, padre y hermano, Guillermo Gaviria Correa en un fragmento de su diario escrito desde el secuestro: “Los oficiales y suboficiales lanzan unas piedritas pequeñas, amarradas a hilos, hacia las ramas coperas más altas de la selva, y cuando logran acertar, con esos hilos se izan los filamentos de alambres que servirán como antenas de los radios. Como podrás imaginarte, los radios se convierten en la posesión más preciada aquí, tanto para escuchar los mensajes de los seres queridos, sin los cuales uno termina convertido en un ‘ente’, como para llenar los enormes vacíos con las noticias y los programas favoritos de cada uno”.
Como tantas familias, a la nuestra no le cabe duda que la entereza para Guillermo llevar su secuestro manó de su inquebrantable fe en la Noviolencia y los mensajes recibidos a través de “Las Voces del Secuestro”, el programa que Herbin dirigió entre 1994 y 2018.
Herbin hizo este programa con la sapiencia y humanidad de las víctimas. Él mismo sufrió un secuestro por las Farc en 1992 y en 2009 tuvo que exiliarse por amenazas contra su vida, por esa misma guerrilla. Entendía, pues, la máquina de guerra a que se enfrentaban él y los treinta mil colombianos que, él documentó, habían sufrido el secuestro. Sabía que sus angustias por la ausencia de los familiares y la soledad, agravadas por el permanente temor de ser asesinados por sus captores u olvidados por el resto del mundo, se paliaban con compañía; con una tan potente como la de la radio.
En ese ejercicio profundamente humano y periodístico, Herbin fue moderador respetuoso, equitativo y sensible al sufrimiento de los secuestrados y sus familias. Para las familias, él fue compañero solidario que entendía nuestras soledades, las preguntas incesantes por la situación de los nuestros, el permanente miedo a que los perpetradores los asesinaran, como desafortunadamente nos ocurrió a nosotros y a más de cinco mil familias colombianas, según reconocía Herbin cuando hablaba de los secuestrados que fueron asesinados o desaparecidos. Para la sociedad, su programa era la luz que iluminaba la realidad monstruosa del secuestro en medio de la oscuridad y el abandono en que cada caso quedaba por impotencia del Estado y barbarie de los captores.
Imaginar el impacto de “Las Voces del Secuestro” es volver a escuchar las voces de quienes por 24 años rompieron el sueño de los secuestrados para mantener viva su esperanza. Voces como la de Daniel, el hijo de Guillermo, que tuvo la oportunidad de decirle a su padre cómo iban sus estudios y sus hobbies y el padre ausente tuvo la oportunidad de escuchar que su hijo estaba sano y salvo. Imaginar ese impacto es afianzar la total admiración por quien tuvo la valentía de ser la voz de las víctimas olvidadas, aquellas que no alcanzaban a alzar su voz para ser escuchadas por los gobiernos, los medios de comunicación, la sociedad. Es poner para siempre en nuestros corazones a un héroe.
Por eso, el abrazo que Herbin dio a las víctimas fue reconocido por los mejores del periodismo en español. En Colombia ganó varias veces el Premio Simón Bolívar de Periodismo; en Argentina recibió el Premio Perfil a la Libertad de Prensa y en España logró los premios Ondas, el más importante de la radiodifusión hispana, y el premio Estrella de Oro. Su consagración a las víctimas lo hizo merecer en 2009 el Premio Nacional de Paz. Los abrazos de más de 11.500 liberados, el afecto de quienes perdimos a los nuestros y esos galardones, son la huella de aprecio a su gesta.
Su valiente y entrañable acto de humanidad y solidaridad vivió hasta el 24 de febrero de 2018. En sus redes sociales, denunció las presiones del gobierno Santos para que Caracol Radio acallara su voz solidaria con las víctimas y muy firme para denunciar a las Farc, el Eln y todos los responsables de secuestros en Colombia. Herbin Hoyos no había logrado su meta de mantener el programa hasta que no hubiera un solo secuestrado en Colombia. Sin embargo, cuando le apagaron los micrófonos, acrecentaron su convicción solidaria y su fuerza para la denuncia. La Federación de Víctimas de las Farc y la Corporación Rosa Blanca contaron con su tenacidad, su claridad y su vocación, para hacer visibles a las víctimas de secuestro, desplazamiento forzado, reclutamiento forzado de menores de edad y de los delitos sexuales contra las jóvenes reclutadas forzosamente.
Las familias que contamos con sus micrófonos, las víctimas que contamos con su voz, recordamos el optimismo de su último mensaje, cuando nos recordó que “cada toma de aire es una oportunidad más que apuntalo con sus oraciones, la fe en Dios y en los médicos”. Su fortaleza, su amor por la vida y su esperanza son nuestra guía para mantener en alto los estandartes por una paz con justicia, verdad, reparación y las plenas garantías de no repetición que hoy están ausentes.
Familia Gaviria Correa