Por: Mayor General (RP) William René Salamanca Ramírez
Alrededor del mundo, la violencia vial anda sin frenos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada 24 segundos un ser humano pierde la vida en las avenidas y carreteras del planeta. Eso significa que anualmente, en promedio, un millón 350 mil personas perecen en accidentes de tránsito.
En Colombia, de acuerdo a lo revelado en los últimos días por la Liga contra la Violencia Vial y la iniciativa Carros más Seguros, citando cifras de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, entre 2015 y 2020 perdieron la vida 39.788 personas: 8695, en accidentes con vehículos de carga y transporte; 8217, con vehículos particulares; 7652, con motocicletas; 6894, producto de volcamientos, incendios y caídas; 5014, por colisión contra objetos fijos, y 2550 más sin identificar plenamente su causa. De esta preocupante cantidad de víctimas, 3996 eran peatones y 311, ciclistas.
Ante este sombrío panorama universal, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el 21 de noviembre de cada año como el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico, que este año centra sus esfuerzos en buscar reducir la velocidad del tráfico, para así prevenir la mayor cantidad de muertes y lesiones graves posibles, en particular las de peatones y demás usuarios vulnerables de la carretera, entre ellos niños, abuelos y discapacitados, quienes representan más de la mitad de las víctimas.
Tan alarmante es este fenómeno, el cual alcanza el 23 por ciento de las muertes violentas del mundo, que en septiembre de 2020, la ONU lanzó la estrategia ‘Mejora de la Seguridad Vial Mundial’, que hace parte del Decenio de Acción para la Seguridad Vial 2021-2030, que tiene como objetivo central reducir a la mitad las muertes y lesiones por accidentes.
En el caso colombiano, la creciente necesidad de movilidad de los ciudadanos y el impacto del sector transporte en el funcionamiento de la economía han convertido la seguridad vial en un factor indispensable para el desarrollo de nuestra nación.
Sin embargo, el incremento acelerado del número de vehículos ha traído como consecuencia la potencialización de fenómenos no deseados, entre los que sobresalen los siniestros de tránsito con pérdidas de vidas, disminución de la capacidad psicofísica en centenares de víctimas y cuantiosos daños materiales.
Las vías, muchas de las cuales están en precarias condiciones, se convirtieron en un peligroso escenario donde concurren buses, carros particulares, taxis, camiones, motos y bicicletas, más peatones, que, abusando de la velocidad y un desbordado irrespeto por las señales de tránsito, dejan cada año más de 7000 muertos y unos 35.000 heridos, con un daño humano irreparable y un costo cercano a los 24 billones de pesos, según estudios del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022.
El solo exceso de velocidad, señala el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, es el responsable del 45 por ciento de estos siniestros, seguido por el desobedecer las señales de tránsito (42 %), la embriaguez (4 %) y conducir en contravía (3 %).
Teniendo en cuenta esta realidad y dando alcance a los mandatos de la ONU y de la Ley 1503 de 2011, mediante la cual el Gobierno de Colombia promueve la formación de hábitos, comportamientos y conductas seguras en las vías, durante mi gestión como Director de Tránsito y Transporte de la Policía Nacional consolidamos el Plan Estratégico de Seguridad Vial, en aras de ayudar a preservar la mayor cantidad de vidas posibles.
En consonancia con el Plan de Seguridad Vial del Ministerio de Transporte trabajamos en fortalecer la gestión institucional, el comportamiento humano, la seguridad de los vehículos, infraestructura confiable y atención a las víctimas.
Generamos innovadoras estrategias para concientizar a todos los usuarios de los corredores viales sobre la importancia de respetar las normas de tránsito, evitando los excesos de velocidad, el consumo de licor y otros tantos comportamientos que ponen en riesgo la vida propia y la de los demás usuarios de nuestras calles, avenidas y carreteras.
En estrecha cooperación con los Ministerios de Transporte y Trabajo, la Superintendencia de Puertos y Transporte, la Agencia de Seguridad Vial, el Consejo Colombiano de Seguridad, los distintos gremios transportadores, los empresarios y demás aliados estratégicos, nacionales e internacionales, también implementamos el uso de la tecnología y la formación profesional de los policías de Tránsito, para garantizar una efectiva actuación en caso de un siniestro vial.
Los peritajes e investigaciones de los accidentes de tránsito son verdaderas muestras de conocimiento científico aplicado al servicio de la justicia y la reparación. Usamos de manera expedita software de reconstrucción, lo que nos permite develar las causas determinantes y contributivas de un siniestro. De esta manera, no solo se garantiza el esclarecimiento judicial para las víctimas, sino que además se afinan los procesos de prevención ante la recurrencia de ciertos factores que inciden en la accidentalidad.
Sin embargo, tal como lo advierte la ONU, en la próxima década debemos acelerar todas las estrategias encaminadas a frenar este fenómeno, el cual tiene que hacer parte de una nueva Política Integral de Seguridad, con énfasis en convivencia ciudadana y cambio climático, llamada a ser uno de los puntos neurálgicos del actual debate electoral.
Además, Colombia, como miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), debe buscar hacer parte del Foro Internacional de Transporte y del Centro Conjunto de Investigación sobre Transportes, que tienen como objetivo ayudar a los líderes políticos y a un público más amplio a entender mejor el rol que desempeña este sector en el crecimiento económico, así como su papel para abordar las dimensiones sociales y medioambientales del entorno del desarrollo sostenible.
Desde este espacio, hoy queremos hacer un llamado a la prudencia, al respeto absoluto por las normas y autoridades de tránsito y a fortalecer la pedagogía ciudadana, partiendo del ejemplo individual, que es la mejor fórmula para movilizar a nuestra patria hacia la excelencia en términos de seguridad vial, porque un país con menos víctimas en accidentes de tránsito es una nación que se moviliza por la senda del respeto a la vida.