Por: Jazmín Balaguer
Por el mundo aún recorren las duras imágenes, del enfrentamiento en la ciudad de Jenín, perteneciente a Judea y Samaria (o Cisjordania), entre la Policía Israelí, y una multitud que carga el féretro de la periodista palestina Shireen Abu Akleh, que trabajaba para la cadena Al-Jazeera TV. ¿Qué sucedió?
Para responder esa pregunta, que no muchos se están haciendo, ya que se esta juzgando a Israel a priori, apoyados en unas imágenes que parecen hablar por si solas, es necesario conocer lo que pasó antes, y el contexto en general, que no se logra apreciar ahí.
Shireen Abu Akleh, cubría la incursión que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) llevaban a cabo en Jenín. Esa ciudad se ha convertido en el foco principal urbano, donde se han planeado los recientes ataques terroristas cometidos en suelo israelí, que han cobrado la vida de más de una decena de civiles, en las últimas semanas.
En el cruce de disparos entre las FDI, y los grupos armados palestinos, que abundan en esa región, pierde la vida la periodista.
La bala disparada esta en poder del patólogo palestino Dr. Rian el-Ali, de la universidad A-Najah, quien dijo, que todavía no se puede establecer con certeza el responsable, pero que esperan saberlo pronto, una vez finalice el análisis forense.
Por su parte, el primer ministro israelí, Neftalí Bennett, basado en información preliminar recolectada hasta ahora por las autoridades, informa que un grupo de palestinos estaban disparando indiscriminadamente, por eso hay una alta probabilidad “que hayan sido los responsables de la desafortunada muerte de la periodista”.
Es usual que este tipo de muertes, sean instrumentalizadas por palestinos extremistas, y terroristas de Hamás, convirtiéndolos en símbolos mediáticos con fines políticos, y propagandísticos en contra de Israel. Muchas veces sus cuerpos son exhibidos, con o sin consentimiento de sus familiares, haciendo grandes manifestaciones públicas, con disparos al aire, que amenazan gravemente la seguridad.
Esa situación, era precisamente la que se quería evitar, no solo por parte de las autoridades de Israel, también lo temía la familia de Shireen. Por lo que se acordó un acompañamiento por parte de la Policía, a los familiares para que pudieran llevar el cuerpo de la periodista con tranquilidad, hacia su morada final. Sin embargo, cuando el coche fúnebre hacia el transporte escoltado por los uniformados, fue interceptado por una turba enardecida, que amenazó de muerte al conductor para que les abriera, y pudieran secuestrar el ataúd, ante los ojos impotentes de sus dolientes.
Algo que era previsible que hicieran, y más para contrarrestar la ventaja militar que la incursión en Jenín le dio a Israel, encaminada en el objetivo de evitar una nueva guerra, porque desincentivó una probable intifada, que ya se estaba gestando. Lo cual se suma, a los crecientes brotes de antisemitismo en el mundo, específicamente en Estados Unidos y Europa.
La reacción de la Policía no se hizo esperar, trató de rescatar los restos mortales de Shireen, como cualquier Policía en el mundo lo haría, a pesar que fueron atacados con bombas incendiarias artesanales, como consta en videos que hacen parte de la investigación. Pero, es posible que hayan circunstancias que no se lograron evaluar, en los segundos que tienen las Fuerzas Armadas en general en cualquier democracia, para tomar decisiones con ese nivel de tensión. En este caso, es necesario preguntarse ¿Hasta qué punto se debió intentar rescatar el féretro, que no generara los costos reputaciones, a los que Israel se ha visto expuesto? ¿qué es lo correcto, qué lo prudente y qué lo necesario, en la protección del Estado y pueblo judío, que no dificulte ese propósito en la sociedad global?