Por: Francisco José Tamayo Collins
Por:
Abraham Lincoln, Mahatma Gandhi, John F. Kennedy, Martin Luther King, Olaf Palme, Indira Gandhi, Luis Donaldo Colosio, Luis Carlos Galán, Álvaro Gómez Hurtado, Fernando Villavicencio, Miguel Uribe Turbay, Charlie Kirk: mártires, seres humanos libres que tuvieron la entereza de pensar y proponer ideas grandes para sus pueblos, líderes que se hicieron eternos por defender los valores imperecederos de la especie humana; personajes históricos que cruzaron las puertas de la Eternidad al ofrendar sus vidas, mientras sus ideas se metieron en el alma de sus conciudadanos, a través de discursos que señalaron caminos honestos, fruto de visiones trascendentes que se constituyeron en legado para las sociedades que los vieron morir tras recibir la sentencia brutal de las balas.
¡Por Dios! La Democracia, a pesar de estos magnicidios horrendos, no puede morir a balazos. Por eso, es vital que tengamos la entereza de volver a los valores que dan sustento al debate libre, en el cual cada persona que desea participar lo pueda hacer sin temor de ser asesinado. Con la discreción de lo que nunca muere, enterremos con nuestros votos los intereses que están detrás de esas balas homicidas. Creemos que es la única manera de avanzar en medio de las dificultades, para conquistar las cimas que tenemos en nuestro horizonte con esfuerzo, constancia y disciplina.
Es tiempo de revivir a Aristóteles, de recordar y abrazar nuevamente las virtudes que él nos legó: actuemos con valor, prudencia, templanza, ajustados a eso que conocemos con el nombre de razón, esa facultad humana hoy bastante echada de menos en el ámbito público. Porque, qué le vamos a hacer, sin ética no hay Democracia (en mayúsculas).
En otras palabras, tal como lo enseña la alta política, es urgente regresar a todo aquello que se opone al “progresismo”. Hay que volver a la ética del cuidado, a la urbanidad, a la pulcritud en el manejo de lo público, a un sentido de realidad que invite a pensar en que las personas puedan desarrollar sus proyectos de vida, y no en la turbia comisión que alimenta cuentas domiciliadas en paraísos fiscales.
Me pregunto: ¿De qué progresismo podemos hablar, cuando más que los argumentos son las balas de cobardes, mercenarios agazapados, las que terminan liquidando cualquier tipo de debate? ¿Qué progresismo encontramos en la corrupción, los desfalcos que sepultan las soluciones que los problemas de la gente exigen? ¿Quién puede llamarse “progresista” o “demócrata” cuando es alguien que se ríe, aplaude o celebra el asesinato de un ser humano? ¿Se puede llamar racional pasar por encima de mentes brillantes que representan la voz de millones de ciudadanos en el mundo o estamos ante la exacerbación de los más bajos instintos?
Consideramos que el cambio que requiere la sociedad colombiana apunta a establecer un Foro Cívico, donde tengan espacio los partidos políticos que respeten las libertades, el orden constitucional, la propiedad privada, la alternancia en el poder y la independencia de las instituciones.
Por supuesto, ese cambio, basado en la verdad -como lo señaló Václav Havel en Praga, en ese luminoso diciembre de 1989-, no está abierto para ideologías caducas, que se han quedado enredadas en las mentiras y engaños que las sostienen desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX, cuya raíz es el marxismo.
Hagamos historia y, a través de nuestros votos, pensando desde ya en marzo y mayo de 2026, donde elegiremos el próximo Congreso y el nuevo presidente de la República, exijamos un jefe de Estado sin vicios, cumplidor del deber, que defienda los intereses de Colombia más que de los intereses de los enemigos de Colombia. Un presidente que represente la decencia de nuestros padres y abuelos.
Construyamos una nueva Colombia, sana, honesta, veraz; un país que acoja y apoye los proyectos de sus emprendedores, de sus empresarios y de sus familias.
Unámonos por amor a quienes están creciendo o están por nacer. Unámonos por amor a esa verdad que no puede seguir siendo asesinada por la espalda.
CODA: SI TE GUSTÓ ESTA INVITACIÓN A ENTERRAR LAS BALAS Y RECUPERAR LOS VALORES, COMPÁRTELA.