Por: Jorge Cárdenas
En los últimos días han sucedido situaciones en mi vida que me han puesto a reflexionar, a escuchar y a atender las solicitudes de mi familia respecto a mi participación, al menos con la opinión, en la convulsionada y polarizada vida política colombiana.
Es que ya son más de 3 años desde que, por responder a un trino de una de las “Madres de Soacha” (sin saber quien era) por el cual recibí miles de insultos y hasta amenazas, se generó en mi el deseo de seguir expresando lo que pienso y tratar de evitar que esa caneca, como la llamo, siguiera maltratándome impunemente y que continuaran callando con insultos lo que para mi son argumentos de los cuales carecen.
Realmente no soy valiente como muchas personas opinan que soy. De hecho, soy bastante miedoso. Pero no es el miedo lo que me motiva a escribir estas líneas. Es el ver lo infructuoso que puede ser el exponerme, tanto en mi seguridad como en mi honra la cual mancillan e insultan impunemente todos los días, sin la más mínima necesidad de mi parte.
Desde hace meses mi familia me viene expresando su temor por la agresividad de los ataques en mi contra en redes sociales los cuales se han extendido a mi esposa que es absolutamente ajena a mi pelea política. Mi defensa siempre fue que también hay muchos que me expresan su apoyo y cariño todos los días pero que los improperios se notan más.
Repito, no es el temor sino lo desesperanzadora que puede ser la lucha y les cuento cuales fueron los detonantes:
El primero fue que hace un par de semanas me llamó un amigo de hace años a contarme que se había ido a los golpes con un tipo que estaba insultándome en una reunión. Alguien que no me conoce y que hablaba de mi como si se tratara de la peor escoria que ha parido el país. Alguien a quien tampoco conozco y con quien, claramente, jamás he cruzado alguna palabra como para que sepa cual es mi opinión y yo conocer la suya.
No tenía más argumentos que los insultos vacíos que corren por las redes por lo cual mi amigo lo increpó, la discusión escaló y terminaron llegando a la agresión física. ¿Vale la pena que se llegue a una situación como esa?
Ver como a alguien que ha entregado su vida al servicio del país, como Álvaro Uribe Vélez, le montan semejante persecución valiéndose de los argumentos más bajos, interceptando su teléfono de forma fraudulenta (lo cual acaba de sucederle a Vicky Dávila también), pagando falsos testigos para verlo acabado y tras las rejas deja mucho que pensar sobre lo que le puede pasar a alguien que da su opinión libremente en un país donde por la opinión han muerto tantos con mucha más protección de la que puede tener uno.
Hace una semana un amigo artista de origen colombo-venezolano que vivía en Miami, decidió quitarse la vida a los 41 años. Era un hombre alegre, talentoso, atractivo, que logró gran notoriedad como parte de una agrupación a finales de los 90s y principios del 2000 con quienes tuve la oportunidad de hacer una gira.
Su familia manifiesta que, si bien estaba preocupado por la situación con la pandemia, no era una persona que se notara en depresión. Lo que más lo mortificaba era la situación de Venezuela donde vivió y donde vive aún su madre. Todo el tiempo estaba expresando su descontento e impotencia por lo que pasa en el hermano país y clamando porque se acabe la dictadura chavista. No están diciendo que por eso lo haya hecho, pero es lo único por lo cual creen que estaba realmente triste. Las razones se las llevó con él.
¿Si su decisión se debió a eso, valió la pena?
Y es que en el espejo venezolano tengo varias anécdotas de conocidos que han muerto de cáncer o por problemas cardiacos derivados de la constante preocupación por la situación y la impotencia de su lucha que ya lleva casi una década.
Pero es que no podemos olvidar que el gobierno chavista se instaló con la ayuda de ellos. Ellos mismos y/o sus familiares, con su voto, pidieron que Hugo Chávez los gobernara. Chávez intentó un golpe de estado que fracasó, fue el mismo pueblo venezolano quien lo llevó al poder, lo endiosó y provocó la situación por la que están pasando.
Muchos famosos que hoy se rasgan las vestiduras desde sus mansiones en Miami votaron por él e incluso ganaron millones pagados por el gobierno chavista hasta que despertaron a lo que estaba pasando y le dieron la espalda.
Esa fue la tercera razón que me llevó a comprender lo inútil del riesgo.
En una conversación con alguien que podría tener opción de inclinar hacia la derecha la balanza de las próximas elecciones o al menos ser esa contraparte al modelo que Petro y sus esbirros quieren imponer en el país, él manifestaba que no quería someter a su familia a los sacrificios que esa posibilidad implica, que prefería que hubiera otra opción a la cual apoyar. Decisión absolutamente respetable y compartida de mi parte. Le doy toda la razón.
Pero me lleva a pensar, si yo que no tengo ninguna aspiración política, que no cuento con sus recursos y protección pero que por mi trabajo en el medio durante más de 25 años tengo algo de reconocimiento y, peor aún para este caso, soy fácilmente reconocible en mi país; debo exponer a mi familia a un riesgo potencial o a insultos gratuitos a cambio de nada porque nada puedo hacer para lograr los cambios que creo que necesita el país. ¿Si quienes pudieran lograr ese cambio les parece extremo el sacrificio, vale la pena el que yo estoy haciendo?
Esa fue la cuarta razón.
La siguiente; porque hay otras a nivel personal que no voy a ventilar; fue ver como el gobierno de Iván Duque, a través de su canciller Claudia Blum en su discurso ante la ONU, borró de tajo lo prometido durante su campaña electoral la cual apoyé activamente y por la cual recibí innumerables improperios por parte de la caneca petrista. En esa campaña vendió la idea de que iba a corregir los espurios acuerdos y que iba incluso a acabar con la JEP que solo ha sido una fuente de impunidad y mentiras.
Ahora a la voz de Blum se une la del ministro de justicia, situación que confirma el engaño de parte de Duque.
En la realidad este gobierno parece más la continuidad del gobierno de Santos que el representante del Centro Democrático bajo cuyas banderas fue elegido.
¿Vale la pena exponerse si aún por quienes uno se expone mienten sobre sus intenciones?
La voz del pueblo es la voz de DIOS, es la esencia de la democracia y fue violada en el plebiscito de 2016. Por eso si el pueblo quiere elegir a quien quiera en el 2022 (o antes si logran quitar el gobierno actual como es su intención) será su decisión y nada podré hacer para evitarlo. Así muriera en el intento por evitarlo, a nadie, más que a mi familia, le importará si algo me sucede.
Claramente pienso que el narcotráfico es la razón de la mayoría de los males del país y creo que tarde o temprano llegará la legalización o alguna nueva droga que haga que la cocaína, de la cual Colombia es líder mundial en producción, deje de ser negocio y ese demonio que ha costado cientos de miles de victimas pase a otro plano. ¿Qué pasará entonces con quienes han entregado sus vidas por combatirla?
Ya son varios los estados de EE. UU. en donde la marihuana es legal, también lo es en varios países del mundo. ¿Qué les dijeron a las familias de quienes sacrificaron su vida en una guerra que estaba perdida?
Cada día son más claros los vínculos entre los carteles de droga y la política colombiana. Es más, todos sabemos que Ernesto Samper fue elegido en 1994 con dineros del cartel de Cali y nada pasó. Hoy, de hecho, sigue vendiéndose como un faro moral y condenando gobiernos como si su dignidad se lo permitiera.
Las FARC se atribuyeron el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado porque saben que con la JEP nada les pasará y lograrán dejar también impune a Samper de quien siempre se ha sospechado por claras razones. ¿Dónde queda la justicia esperada por su familia durante tantos años?
Por estas razones he decidido alejarme de esta batalla y dejar que las cosas avancen de la manera que lo deban hacer sin que mi opinión se vea reflejada públicamente.
Por mi tranquilidad, y sobre todo la de mi familia, prefiero dar un paso al costado y no tener que seguirlos sometiendo al estrés de pensar en lo que podría llegar a pasarme a mi o a ellos. Porque así son los cobardes, salen de donde menos se espera y se esconden en cualquier madriguera, jamás atacarían de frente.
A Gustavo Rugeles y María Esperanza Portillo, gracias por la invitación a participar en este medio.
Gracias a los lectores por la paciencia y el apoyo que me han manifestado.
Ya veremos lo que nos depara el destino.
A mis seguidores en twitter que tantas peleas se han ganado defendiéndome, millones de gracias.
Seguiré rogando por el bienestar de nuestro país, por que salga adelante y logre amanecer tras tanta oscuridad.
DIOS nos bendiga a todos.
Atentamente
JORGE CÁRDENAS